Mi amada va ligera


Mi amada va ligera de camisa,
qué milagro la seda que la enmarca,
cómo sabe volar y descubrirse
y entrever la otra seda de su pecho.
Qué hábil el viento cuando ofrece
la línea de la piel, el botón rosa,
los hoyuelos que enmarca la cadera
y la fuente que mana carne viva
bajo la línea invisible que la cincha.
Oh, muslos, oh, nalgas, oh, cintura,
qué milimétrica suma de contentos,
qué músculo flotante, qué abertura
a la luz de los balcones, qué logro
en la exacta medida de las piernas.
Es un baile en silencio cuando pasa,
con la camisa que casi no la viste,
es más una pirueta de colores
con que pintar su paso, su carrera,
con que enseñar su alegre contoneo,
porque requiere la entrega que haya algo
de lo que desnudarse aun cuando esté desnuda.
Tomás Galindo ©

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