O sea, esto son unas vacaciones, que es eso de andar por ahí sin dar un palo al agua, engordando, quemándote, gastando sin sentido y encontrándote a la vecina enseñando las tetas y con tanga leopardo en una playa a mil kilómetros de su casa. Pues nosotros nos fuimos una semanita a Galicia, que esta que inmortalizo, en parte, aquí; y otra a Asturias, que vendrá luego.
Este es el hotelito donde paramos, que es un sitio muy bonito y tranquilo, recomendable para retiros espirituales, para irse de adulterios discretos y para fotografiar ranas. Se llama «Pesquería del Tambre» y queda cerquita de Noia, algo más abajo de Santiago de Compostela.
Tiene un laguito que forma la propia ría y que es asín de lindo. Aquí fue donde me dijo que sí, en esa orilla, con la luna rielando en sus calmas aguas y tal. Uno que es romántico.
Un día nos arrimamos a ver al santo. El cacho de pueblo viejo es molón, comimos frente a la Casa de la Troya, que me hizo mucha ilu.
Aquí es un poblado prehistórico de los que hay que acercarse a ver. Qué barbaridad, cómo vivían aquellas gentes, se horroriza uno al ver el viento que había en el lugar y el sitio tan poco indicado para cualquier cosa, menos para volar cometas.
Las playas, ah, las playas, que grandes, qué lindas, qué solitarias, qué calmosas, qué gustito andar por ellas sin el overbuquin mediterráneo, pisando mejillones y jugando con Linda, la chucha anfibia.
¡Este pueblo sí que recuerdo cómo se llama! Es que vamos por ahí mirando cosas pero no apuntamos nada y luego resulta que ya habíamos estado allí y en cambio nos dejamos de visitar otra cosa. Qué desastre de explorador. Yo nunca habría encontrado al doctor Livingstone (ai supous).
Personajes típicos: la rianxeira, en peligro de multa de sanidad por vender peces en la acera; los gaiteros, que pululaban por las aceras dándole al sobaco; y las viejas chapoteantes diciéndose aquello de si yo tuviera cuarenta años menos también andaría en tetas como esas guarras de ahí, que son unas guarras y unas impías, jesús jesús.
Más playas, playas que no falten, ahí andamos ambos practicando nuestro otro deporte favorito.
¿Viajar? Así ¿conoces una manera mejor? Sí, bueno, pero ahora no quedan esclavos que te transporten en silla de manos mientras te abanican. Ah, y un heladito de tanto en tanto.
Mañana más.
Eso, que ya era hora de que os formalizarais, que norawena, muakis!
que bueno es volver a ver esos lugares aunque sea en foto…gracias!
Ay, jomío… yo estaba esta misma mañana en Asturias, en Galicia… (ahí, a caballo de ambas) y ahora… puaj, vuelta a la caló de los madriles.
Lo mismo nos hemos cruzado en la Estaca de Bares…
Qué razón tienes, esto es vida!!