Cuando miras el mar no ves lo hondo,
solo su cara azul, sus cejas blancas,
apenas el pañuelo que lo cubre,
apenas la puerta ni cerrada
ni abierta que golpea los quicios
de la tierra. Cuando miras la playa
y coges con la mano ese puñado
de arena, no sigue siendo playa,
pierde su pertenencia, o eso crees,
o quizá tú allí de pie ahora eres playa.
Cuando miras el mar no ves tus ojos
y estás sobre la arena junto al agua
mirando el oleaje, el horizonte,
sin ver que eres parte de la estampa,
que otro que mira el mar te está mirando,
te tiene junto al mar en su mirada
y lo mismo que tú no ves el fondo
el que te ve a ti no aprecia nada
diferente de concha o alga muerta
que la marea allí dejó varada.
Eres paisaje, vertical figura
con el mar, con las olas, con la playa.
Tomás Galindo ©