no todo son preguntas, caminando
tan solo hay un vacío sosegado,
bajo las hojas pinchudas de los pinos
se celebran las acarameladas
ceremonias silentes del olvido,
a la sombra del pino no hay preguntas
la certeza que cae por su peso
cierra los ojos y abre los sentidos,
huele, se nutre, se palpita,
caen desde los cielos torbellinos
de verdad que son gotas de lluvia
que echan a cantar por los caminos,
cojo una piña en la mano, la contemplo,
la leo como si leyera un libro,
tanto futuro tienen los piñones,
tantas posibilidades, tantos siglos
de brotes que se tornan árboles,
escrito en el piñón están los signos,
como en los libros las explicaciones,
deletrean mañana con un mínimo
caudal en espirales de cadenas
que son razón, que son hito tras hito,
en el piñón, minúsculo, rotundo,
en ese huevo de árbol infinito
está la posibilidad redonda
de transportar un bosque en el bolsillo,
por eso siembro al caminar, despacio,
semillas de avellano, roble o tilo,
ay, si pudiera también sembrar las fuentes
que fueran el origen de los ríos
qué jardín no serían los desiertos,
pero sueño, soñar es un continuo
paseo por el parque del deseo,
no todo son preguntas, averiguo
que hay verdades tan tiernas y absolutas
como poner de pie, milagro, un pino.
T. Galindo ®