Vaya susto me llevé cuando, saliendo de la pecera (el cuarto de los pecés) me encuentro una señora desconocida en el pasillo.
-Buenos días.
Tras el consiguiente susto al ver que alguien se me había colado de róndón en casa, y tras llevarme la mano a la pistolera y recordar, tonto de mí, que no soy un caoboy del fargüés, agarré fuerte un bic por si tenía que defenderme y le dije:
-¿Qué hace usted aquí, cómo ha entrado?
-Huy, le he asustado, lo siento, lo siento mucho – o dijo auténticamente compungida – es que ya no podía aguantar más.
-¿Aguantar más?
-Sí, no podía, es por su música.
-Pero a ver – le dije yo ya un poquito harto – dígame de una vez quién es usted y qué hace en mi casa.
-En realidad, en nuestra casa, yo llevo más años que usted viviendo aquí. Y después de muer… fallecer, aún más.
-¿Pero de qué me está hablando? ¿Se encuentra usted en sus cabales?
-Yo soy Rosa Satrústegui, aunque mis niños me llamaron siempre Doña Rosita. Mi hermano Leopoldo y yo teníamos aquí, donde ahora está este piso, un colegio para los niños pequeños del barrio. Prácticamente una guardería, donde les enseñábamos a leer y a rezar el padrenuestro.
-Ah, sí, me dijo mi mujer que aquí había un colegio, pero creo recordar que se trataba de una academia.
-Eso fue más tarde, que pusimos academia de cultura general y cursos de alfabetización, pero por las tardes, cuando acababa el horario de los niños. Es que eran los años del crecimiento económico, los felices setenta, que tanto trabajo costaron. Los años del pluriempleo.
-Me está tomando el pelo, claro ¿con que es usted un espíritu?
Doña Rosita me miró con unos ojos grises tristísimos y dulces y, sonriendo, me dijo:
-Yo no le he tomado el pelo a nadie en mi vida, mucho menos lo haría ahora, en el triste estado en que me encuentro. No estoy de humor.
-Usted disculpe – no pude menos que contestarle – pero convendrá conmigo en que no es plato de gusto para nadie encontrarse una fantasma en su pasillo.
-En realidad mi sitio es el cuarto de estar, que es donde tuvo lugar mi óbito, dando clase a unas chicas gallegas que trabajaban de criadas en casas del centro, para que pudieran encontrar trabajo en alguna tienda y se quitaran de servir. Se creyeron que me había quedado dormida, ya ve usted.
-Pues parece un feliz tránsito ¿cómo es que se quedó aquí en espíritu en vez de irse a donde sea que va uno en esos casos?
-Por culpa de mi hermano Leopoldo, que era un descreído y yo me comprometí a guiarle cuando muriera. Estoy esperándole.
-¿No ha fallecido?
-Sí señor, pero se resiste a abandonar San Mamés, también donde falleció, dice que está allí la mar de bien y no piensa marcharse. Así que ya me ve, esperando a ver si derriban ese campo de fútbol y hacen uno nuevo y no le queda más remedio que venirse conmigo de una vez… allí.
-¿Y mientras usted aquí en mi casa?
-Qué remedio.
-Confieso que me ha dejado usted muy intranquilo. Ahora cuando esté viendo la tele pensaré en si está a mi lado, y en si le gustará a usted el baloncesto de la NBA o los Simpson.
-A mí la tele ni fu ni fa, sólo me gustan los documentales de animales y plantas, eso sí, pero como su señora sólo los pone para dormirse en la siesta, y muy bajito, pues que no me entero nunca de lo que dicen, aunque, eso sí, son estampas muy bellas. Algo es algo. Lo que sí me gusta es la música que pone usted a veces, por eso me he decidido a aparecer.
-¡Al fin alguien con gusto musical selecto!
-Pone usted esos boleros tan bonitos de Machín, y de Jorge Sepúlveda, y tangos de Acuña, qué voces. Yo he estado viéndoles a los tres. En fiestas, en la Semana Grande, que venían a actuar, y a veces gastaba mis pocos ahorrillos en poder verlos. Por eso quería decirle a usted que si me podría poner «Mirando al mar». Es que me lo cantaba un novio que tuve y que se malogró por culpa de la guerra civil.
-Sí señora, faltaría más, ahora mismo se lo pongo.
-Lleva años cantándomelo en el aniversario del día en que nos conocimos, pero cada vez le oigo más y más bajito, y ya casi no me acuerdo de cómo sonaba… son tantos años sin oír esa canción…
Tiene que ser dulce que te despierte el pasado cantandote un bolero….
que hermoso post querido!
😉
Ummmm… ¡Precioso!, te voya mandar a mi aura ;para que le pongas campanera _ cantada por Joselito_¡precioso!, no se si te lo habia dicho ya… la verdad es que de vez en cuando escribes algo decente, gracias por el esfuerzo cariño
Pero la pobre fantasma sigue esperando su «esperame en el cielo», lo de mirando al mar fue un lapsus¿?¿?
mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm.po no se k pone.mmmmmmmmmmsiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisgeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm mr gustaaa