Yo conocí a Gila, pero el no me conoció a mí. Hostia, claro.
Estábamos en huelga y me tocó no dejarle entrar por la puerta ¡maldita sea mi estampa! Don Miguel, le dije, que es que estamos aquí los parias de la tierra levantándonos, y él, viendo el bocata salchichón que exhibía yo, me dijo que ya volvería otro día y que así se combatía lo de la famélica legión.
Hoy se cumplen cinco años que cascó, y que nosotros lo tengamos mucho en la memoria porque nos hizo reír y pensar, que tiene enjundia la cosa. Lo de que te hagan reír se soluciona a base de hacerle zancadillas a las viejas o explotarle una tarta en los morros a un concejal, pero lo de que te hagan pensar, eso ya suele estar más crudo, y cuando alguien te hace pensar, lo normal es que te dejen cabizbundo y meditabajo y hecho polvo con la capa de ozono, con la globalización (como aquí la viuda de abajo) y miserias semejantes. Y la vida que llevó el hombre, para qué contar, si resulta que era verdad que cuando la guerra lo fusilaron mal, en serio.
í‰l te hacía pensar y te escojonabas.
La gente como Gila se puede contar con los dedos de una oreja.
Hay que echarle de menos.
Gran verdad lo que has escrito es
Hay poca gente asi….poco publico apto….pocos empresarios que arriesgan….y una gran masa dispuesta a consumir gangas de zopencos…¡¡
ondia…si no has escrito nada nuevo desde que sali de cuba ..digo de Spain… que rarito te has vuelto… bezitos magho sherio