Oh, le creímos muerto, pero estaba
encuadernado en rústica y diciendo
aquello que sabía por tan sólo
un dinero con que pagar a plazos a la musa
su tránsito del tiempo.
Qué magia trascender lenguas y edades.
De qué modo, cuando la mano roza y siente una piel,
muerta luego la piel y la mano que la amó,
esa misma mano muerta ha sabido legarte la caricia.
Qué oficio este de albacea de la emoción
y testamentaría del sentimiento.
Tomás Galindo ®
amén.
Que va…que va….¡¡
De muerto, nada…ahora Quevedo anda más golfo,reencarnado en Echanove,copea con Alatriste…
si si, clavadito además
Troesma, de las mejores cosas que te leí, y «…Qué oficio este de albacea de la emoción / y testamentaría del sentimiento», sencillamente sublime.
Chapeau 🙂
albacea de la emoción.. qué bonito