(puedes escucharlo aquí)
…pues que estaba yo de guardia y que nos llama mi tía Micaela, que al tío le dolía mucho la mano, y la muñeca, y que, claro, que estaban muy preocupados, porque como ya le han dado dos infartos, pues eso. Así que se lo digo a la médica, lo de mi tío, que había llamado, y cogemos la uvimóvil y salimos para allí, claro, deprisa, con la sirena a to meter subiendo al pueblo, porque decía la médica que con esos antecedentes, deprisica, que los infartos si avisan hay que aprovecharlo, que la mayoría la gente se te va por cinco minutos que tardan en llamarte. Así que venga, además yo conduciendo, claro, hola, que conociendo a mi tío que no es de los que se quejan, pues preocupao, claro. Así que llegamos a la casa y allí estaban los dos, el tío con la mano en la mesa camilla,
-Que mire, que me duele aquí lo que es la mano y la muñeca, señorita.
Y la otra que se lo queda mirando, hay que joerse, y le dice.
-Pero esa es la mano derecha ¿no es la izquierda la que le duele?
-No señorita, esta, esta – decía el tío – to esto de aquí de la mano y la muñeca ¿ve? y como ya me han dau dos infartos…
-Mire, Dimas ¿se llama Dimas, verdad?
-Sí señorita.
-Tiene usted los ojos rojos… ¿qué ha estado haciendo esta tarde?
-Hola pues… na, en el casino, que son fiestas y había torneo de guiñote, que hemos quedau terceros yo y el hermano de esta.
-En el casino, eh… bien…¿Y qué ha tomado?
-Na, señorita, que yo ni fumo ni bebo, sólo un descafeinau y luego jugando «sol y sol» na más.
-¿Sol y sol?
-Sí, en lugar de sol y sombra – le suelta el tío – Que como no me dejan beber me pido un vaso grande de agua con yelos y unas rodajas de limón, y le echan una gotica, pero sólo una gotica, eh, de anís, pa que no empache. Pero no bebo, eh, qu’es una gotica -gotica, pa que sepa el agua.
-A ver, que nos entendamos, Dimas… ¿así que ha pasado usted la tarde en el casino jugando un torneo de guiñote?
-Sí señorita, pero na más eh.
-Ya… y lleva los ojos rojos, porque estaba todo aquel ambiente lleno de humo.
-Ah, eso será pues.
-Y se ha pegado la tarde jugando al guiñote.
-Con el hermano de esta, mi cuñao, que hemos llegau a las finales, pero nos han ganau Matarratas y el Andresico el primo d’este pardal, que güen pardal s’ha echau usté de chófer.
-Damián…
-Dígame, señorita.
-Damián, que la mano que tiene que doler cuando te da un infarto es la izquierda, no la derecha. A que usted es de los que cogen la carta cuando arrastran o cuando van a cantar y le casca un sopapo contra la mesa…
-Hola, a veces…
-Damián, que se ha hecho usted un esguince de muñeca arreándole barajazos al tapete.
Se queda el tío todo serio…
-Qué bruto soy, señorita…
-Ande, traiga la muñeca, que le voy a poner un vendaje compresivo, y mañana vaya al ambulatorio que se lo miren.
-Ay qué vergüenza, señorita…
Yo me escojonaba, chico, anda que vaya infarto de habas ¿se habrá visto tío más bestia? La tía Micaela el sofocón que se dio, luego lo cogió por banda y le dijo de todo mientras lo vendaba, que si eres un esbolutrau y un pezolaga, que el síncope se lo iba a llevar ella de lo esmanotau y esbocarrau que es… En fin.
-Que menos mal.
-Que menos mal, sí.
A las chicas de la Cruz Roja
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Muy buena historia. Los médicos son una mina…
Me uno al homenaje. Supongo que como estas podrian contarnos mil.
Un beso
Ya, y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia ¿no, Flanagan? ;P Ya te gustan mis historias, jejeje
Jajajaaa me encanta esta página…
Acabo de hacerme adicto y poneros un enlace desde la mía.
Besicos familia, cuidaros todos!!!!.
¡Qué bueno! De un ataque al corazón no pero la historia es para morir de risa, será bruto… 🙂