…y cuando me di cuenta, pues ya se había ido ¿tú te das cuenta? ¿Mario? Huy, tú qué te vas a dar cuenta, si ya te has dormido. Hijo, no sé qué facilidad tienes para dormirte, pero es que lo podíamos embotellar y vender en las farmacias. Es la leche, que siempre te me quedas sopa cuando te estoy hablando. Nada. Una aquí hablando sola, como siempre. Si es que hasta cuando estás despierto hablo sola, qué más me da. Hay que joderse, qué carita de angelito se te pone, hijo, míralo. Y lo bien que duermes, es que da gusto, es que no te despierta un tren que pasase. Será que tienes la conciencia tranquila. O que piensas poco. Las dos cosas, porque mira que piensas poco, Mario, que piensas menos que un capazo perros, que decía mi abuelo: «Este marido tuyo piensa menos que un capazo perros, hijica». Eso me decía, y qué razón tenía. Si pensaras más otro gallo nos habría cantado. Aunque con esa pachorra tuya que tienes, mejor que no, quita, quita, mejor así que así ya pienso yo por los dos. Aunque para lo que me cunde… porque es que todo me lo tienes que chafar, mira que basta que yo planee una cosas, pues tú, zas, aún no te has dado cuenta, ya me has chafado el plan que sea. Qué habilidad tienes hijo. Para eso sí que eres hábil, para chafarme los planes, qué torpe, pero qué torpe eres. Sigue. Sigue durmiendo, tú no te alteres, eh. Nada, nada, como si no fuera contigo. Hay que ver, qué hombre, qué poca sangre tienes… Nada, duerme. Y yo aquí, hala, con unos ojos como platos, hay que ver. ¿Y yo por qué no me duermo? Si es que no puedo tomar café por la tarde, que me desvela. Mira que se lo he dicho a Sonia, que no, que me sienta como un tiro, que me altera los nervios, pues nada, como en el refrán: dos tazas. Así estoy yo, que no me duerme hoy a mí ni el rosario en familia. Tendré que contar ovejitas como la Carmen Sevilla, una ovejita, dos ovejitas… mira que era guapa esa mujer, eh, lo que es la vejez, pero mira, así quisieran estar muchas, cómo se ha sabido cuidar. No como la Sarita, que parece un estafermo que da susto. La que tiene un pacto con el diablo es la Ana Belén. Lo de esa mujer no es normal… si debemos ser de la misma quinta…. Y yo tenía ese tipito, eh, vaya si lo tenía, pero que después del parto de la niña ya no me quedé igual, ya me di mucho de sí yo con ese parto. El del niño no, pero el de la niña ya no me dejó a mí igual. Si los hombres tuvieran que pasar por eso, frescos ibais a ir, Mario. Si hubieras tenido que parir dos veces, o tres, porque lo otro también fue parto, parecido, pero parto, así ibas a estar tú. Claro, no paren y no se les cae nada. Eso es lo que peor llevo, el pecho. Hay que ver qué diferencia, ahí sí que voy yo mal, de pecho. Si el otro día lo decía Sonia, lo del lapicero. Que te pones un lapicero debajo de la teta, y si se cae, es que estás bien, y si te lo sujeta la teta… que mal, que se te cae el pecho. Pues yo es que podría sujetar el plumier. Además no las tengo feas, eh, no, no… grandecitas pero sin pasarse, pero se me han caído. Si el otro día que se empeñaron estas a salir a hacer futin, ay qué horror, si yo no podía con mi alma. Pero es que lo que me llamó la atención es el daño que me hacían las tetas todo el rato cataplín cataplón dándome golpes en el pecho. Yo es que me tendría que operar. Porque si me hiciera un estiramiento… o un desestiramiento, vamos, pues se me quedaría un pecho bien bonito. Mira que tenía yo unas tetas bonitas, Mario, que bien que te gustaban, y cómo me mirabas el canalillo. Porque hasta de bien casados y teniéndome bien vista, si yo lucía canalillo se te iban los ojos. Ahora es que no se te va nada. Es verdad, eh… ya no hacemos nada, chico, mira que nos hemos dejado. Deberíamos follar más a menudo, vamos… ¡deberíamos follar alguna vez! Huy, qué lenguaje… follar. Si me oyera mi santa madre hablar así. Pero claro, una sola… puede pensar como le dé la gana, faltaría más. Y una folladica sí que nos hace falta, hijo. A ti también, a ti también te hace falta, pero es que no pones empeño ¿es que ya no te atraigo? Va a ser eso. Pues no estoy tan mal, si no es por las tetas caídas, a ver quién tiene este culo igual de prieto a mis años, y sin pizca de celulitis. Barriguita sí que tengo, poca pero tengo. Vamos, de barriguita estoy pasable. Sólo son las tetas. ¿Y yo cómo le digo a este hombre de operarme las tetas? Se me ríe. Pues como se me ría la tenemos gorda. Vaya si la vamos a tener gorda. La vamos a tener… Mario… gorda, gorda… no, pero morcillona sí que la tienes, eh. Huy, Jesús… míralo, dormidito y que la tiene medio tiesecilla. A ver… sí, sí… este debe estar soñando con alguna de la tele. Siempre me ha gustado cogérsela así cuando está dormido. Me da mucha paz. No sé, igual es una tontería, pero me da mucha paz. Qué tonta, me estoy poniendo yo que vamos… Qué calores. Esto es de la menopausia, qué calores. Yo creí que se me quitarían las ganitas, pero ca, nada de eso, que de vez en cuando me dan unas subidas de calor, ozú, que me sofoco. Pues la tiene tiesecita. ¿Y si me acaricio? Ay señor, como cuando era cría. Y yo que me creía que cuando me casase ya no iba a tocarme más el potorro, sí, sí… Estoy salida, eh, pero salida, salida. Mario, tú sigue ahí dormido, hijo, hay que ver qué desatendida me tienes. A ver si arrimándome. Qué gustito, a ver, a ver… Ay, por dios… Ay, por dios… Ay… mmm… mmm… Jesús… qué tontería, ay… que me he ido, pero que me he ido en un decir jesús. Ay que ver, Mario, que eres como el Cid que ganó la batalla después de muerto, pues has tenido sexo después de dormido. Y tú sin saberlo. Y sólo con notarte ahí. Si es que no puede ser, Mario, que hacemos poco el amor. Que hacemos poco el amor. Señor, si voy mojadita, eh ¿me levanto al bidé? Ay, no, que hace frío, nada, aquí apretadita, ya se me pasará. Qué tontería. Yo corriéndome aquí solita como una tonta. A cualquiera que se lo cuente… Qué voy a contarlo, como si a alguien le fuera a interesar. Ni a este. A este sólo le interesa el González, que hay que ver qué latazos me das con tu jefe, menos mal que no te atiendo cuando me hablas, porque mira que eres pesadito con el González, que si el González esto, que si el González lo otro, no hace nada bien ese González, eh, como que lo ha puesto ahí la empresa sólo para joderte a ti, chico, si como lo cuentas es que no se dedica a otra cosa que a darte por culillo. Si es que si hubieras sido un poquito espabilado ahí tenías que estar tú, en el sitio de González, pero cualquiera te dice eso, vaya cómo te ibas a poner, pero es la verdad. Que es que no espabilas. Mira a Julián, que es más tonto que tú, que eso no lo niego, pero le hizo caso a Sonia, que tendrá todos los defectos del mundo pero lo lleva bien derecho y bien encarrilado, y ahí lo tienes que se ha hecho un sitito en la empresa que otros lo querrían. Y tú rabiando con el González. Y en cambio a Julián lo tienes en un altar, y a Sonia a la derecha del padre. Y mira que es bruja y zorra y mala, pero tiene buen fondo eso sí que es verdad, que cuando hace falta ahí la encuentras. Coño, y ella a mí, a ver si no va a ser así. Pero qué mala puta es a veces y qué jodida. Que no me ponga la blusa crema que no me sienta. Que no me sienta… Vamos, que sólo le ha faltado decirme que me hace mollas. Que estoy molluda y me hace morcillas porque me ajusta, eso le habría gustado decirme. Pues te vas a joder, porque he visto una igualita igualita dos tallas más grande, y no te vas a coscar, que me la voy a poner y no te vas a dar cuenta de que es otra. Guarra. Tú no te has dado cuenta, pero el Julián también me mira el canalillo. Tú qué te vas a dar cuenta si estás en el limbo. Vamos, porque te ha salido la mujer decente, que si no… los ibas a llevar que no ibas a pasar por las puertas, porque mira que tienes poco pesquis tú, Mario, hijo. O tonta, que no sé muy bien si es que soy decente o tonta. Ya habría podido, ya… ¿Y yo por qué no me duermo, a ver? Ay, Jesús, el café. Qué no tengo que tomar café. Mira que me tengo dicho que no tengo que tomar café. Porque proposiciones no me han faltado… Antonio desde que se quedó viudo no me quita ojo de encima. Bueno, no se lo quita a ninguna, pero si una hubiera querido… Y el Antonio está de buen ver, vamos, de muy buen ver. Y con todo su pelo. Que ya sé que no te hace gracia que te miente lo del pelo, que lo llevas muy mal, pero hijo… es que hay calvos y calvos. A lo Yul Briner hay algunos que te dan retemblíos, pero otros como tú es que no, que no, que no, que sois calvitos a lo José Luis López Vázquez, que nada que ver… Tú es que tendrías que cambiar de look. Y yo, tú porque pareces un funcionario prejubilado, y yo porque parezco tu mujer. Si no hay más que verte el pijama de franela que me llevas, Mario, que con él puesto, con esa culera caída que te hace y los barquitos surcándote el pecho… es que eres el antídoto de la lujuria. Y eso que aún la tienes morcillona. Deberías vestir informal, de esport, y afeitarte, pero afeitarte el bigotillo, que pasó a la historia con Aznar, y la calva también. Y menos mal que he conseguido que no te eches los pelos por el escaparate de la frente a lo Anasagasti, que es que me daba vergüenza ir contigo. Uy, qué sofocos me vienen, esto no es normal. Mario ¿Mario? …duerme. Me parecía. Te das la vuelta que algún día me vas a echar de la cama. Y menos mal que estoy despierta, que si no me dejas con el culo al aire. Pues hija, yo es que con los tangas que no me veo. Claro que es que yo tengo buen culo, y eso de meterte la tirilla por la raja el culo me da aprensión. Yo bragas, mira, pequeñitas si quieres, pero bragas. Si es que veo eso que cuelga la niña en el tendedero y es que lo tapa la pinza, eh, lo tapa la pinza que es que no se ve el tanga de poca tela que tiene. Si yo tuviera la edad de la niña… menuda iba a ser yo. Y mira que esta pendolanga de hija nos ha salido perdularia, eh. Ha salido a mi puñetera hermana, que menos mal que se quedó en putilla con los gemelos, porque ir… iba para putón, pero el vasco la frenó en seco… hala, gemelos, y cuando empezaban a estar criados, otro morrosko, y ya se le quitaron las ganas, pero esa… esa habría sido más puta que las gallinas. Y como no ate corta a esta cría… Claro que es que los tiempos son otros. Con todo lo que saben los jóvenes ahora. Anda que yo de joven con lo que saben estos… De qué me iba a haber casado yo contigo, sin conocer varón, más que a ti. Huy… qué triste, no haber conocido otro hombre que mi marido. ¿Eso será malo? Tiene que ser malo, a la fuerza. ¿Y otros… cómo serán? Cómo dice la canción aquella de «arrepentirse después de lo que pudo haber sido y no fue…» Joder, eso lo cantaba Machín, anda que no es viejo. Mario, estamos viejos. No es que seamos viejos, es que estamos viejos, y eso no puede ser, eh, eso no puede ser, que estamos en la flor de la edad. Mira, cualquier día los niños, hale, escampan, cada uno por su lado, que ya va siendo hora, y nosotros aún tenemos mucho que vivir, eh, pero mucho que vivir. Pero míralo. Dormido. Si es que te pasas la vida dormido. Pero qué facilidad. Y yo que no voy a pegar un ojo esta noche… ¿Y si me tomo una? Llevo mes y medio sin tomar una. No, no tengo que tomar pastillas, que luego pasa lo que pasa. Que mejor una noche mal que todas, que es peor. Ganas me dan de levantarme a ver la teletienda o lo que sea que haya en la tele. ¿Y leer? Huy, yo tenía un libro que me dejó Sonia por algún lado. Esa mala puta me deja los libros para joderme y que me los lea, y seguro que me deja los más plomos y los más aburridos, para luego sacármelos en la conversación a mala leche. Pues ese no tenía mala pinta. Y la letra gorda, menos mal, hija, que veo menos que un municipal por culo. Eso también lo decía mi abuelo, que veía menos que un municipal por el culo. Me salen las cosas de mis abuelos, y de mi madre. Será verdad eso de que nos parecemos y salimos a los padres. Mira el niño, ese no llega a mayor con pelo, ese va peor que tú, Mario, pero al menos dile que se afeite el coco como los del baloncesto y no que haga el ridi como tú. ¿Y si luego parece un cocoliso de esos de las botas con clavos? Ah, no, no… Vaya nochecita que llevas, Mario, hijo, que no haces más que dar bandazos. Mmm… joer, hostia… ¡eso es un pedo! La madre que te parió que me vas a asfixiar. Uf… a ver que abanico con las sábanas… Este hombre tiene que estar mal del estómago, a la fuerza, no es normal esta olor, podridito tienes que estar… Mañana mismo te digo que vayas al del estómago, que esto no es normal, Mario, por dios… qué peste… y que no se va… mira, qué agobio, entre los calores que tenía y esto, es que me voy a congestionar yo. La puerta… a ver quién es el que viene… el niño, es el niño. Pues la niña ya tenía que haber llegado también, dónde se meterá esa criatura a estas horas, o con quién. Mario, tú tienes que hablar muy seriamente con tu hija, que a mí no me hace ni caso, a mí es que como quien oye llover. ¡Pero tú qué vas a hablar con ella, si todo lo que diga y haga es santo y bueno, que no tienes ojos más que para tu Mari! No vamos a poder meter en cintura a esa chica, y luego… a ver, con los tiempos que corren, a ver qué es de ella. Porque estudiar no estudia, eh. Vamos, esa no estudia, si es que no le he visto con un libro en las manos en todo el curso. Mucho que te importa a ti, dueme, hala, duerme… y yo aquí sin poder pegar ojo. Nerviosita me estoy poniendo. Nerviosita me está poniendo ese chico, ahora dónde irá, con tanto abrir y cerrar puertas. A la nevera. Pues como se beba la caja de leche como el otro día no sé qué desayunamos. Mario, que tenemos que ir al híper, que en el barrio diez y quince céntimos más la caja de leche, y como te descuides te la dan caducada, claro, como no venden cantidad como en el híper, se les quedan y se les quedan en los estantes, y tienes que rebuscar al final o te la dan que caduca mañana. Anda que entre el padre y el hijo me vais a dejar dormir a mí, el uno venga a darse vueltas que me tienes aquí arrinconada, Mario, que me tienes en un palmo de cama, y el otro arreando portazos a las tantas de la noche. Otra vez que me dé café esa se lo mete por allí. Ya se le ha bajado. Ya era hora. Y a mí que me hace ilusión cuando lo noto empalmado. De joven era otra cosa, esa es la verdad. Bueno, un artista nunca ha sido, pero ponía mucha afición, eso sí. Era muy aplicado. Siempre andaba poniéndoseme encima, qué lata de hombre, y ya ves, ahora lo echo de menos. Y cuando me cogía por detrás… si es que verme fregando o cocinando y venírseme por detrás era todo uno, hala a sobarme, qué morbo le daba verme con el delantal. Podía venir ahora con lo mismo. Si viniera, mira, me daba la vuelta y allí mismo. Bueno, yo era capaz de cerrar la puerta de la cocina y atrancarla con la banqueta para que no entrasen los niños. Mario, me estoy dando cuenta de que me tienes muy necesitada. Mira, no había caído yo. Tenemos que hacer algo, eh, tenemos que hacer algo. Pero si es que no le veo yo inciativa a este hombre. ¿Y si planteo lo de operarme las tetas? Ah, pues yo dejo caer algo, a ver qué cara pone, igual si pone buena cara… igual avivamos fuegos, chico. Si es que desde que se me retiró la regla que es que me sofoco. No quiero ni mirar la hora. Y yo sin dormirme. Vaya careto que voy a llevar mañana yo. Me estoy quedando sin contorno de ojos, pues en el barrio del mío no venden, si es que aquí no venden más que baraturas. Tendré que ir al centro a comprarlo, igual llamo a Sonia. No, a Sonia no que lo que me hacía falta, seguro que le saca peros, que si el suyo es mejor, que si es más caro, que si yo qué sé. Mejor me voy yo sola y me lo compro y chitón. Pues la niña sin venir. Pues me va a oír a mí esa pendona. Cómo era aquello que cantaba… «no quiero arrepentirme después de lo que pudo haber sido y no fue…» Y yo sin dormirme… Y yo sin dormir… Y yo sin …
Tomás Galindo ©
Escúchalo aquí, magistralmente interpretado por Halesia
Fantástico!!! Tremendo… Virgen santa lo que pasa por la mente de una mujer…. Felicidades!!
Vaya telaaaaaa!!!
Na, Delibes y Lola Herrera, dos afisionaos!!
Juer, a ver si este finde que viene saco 23 minutos para escucharlo…
cuando tenga un rato libre le echare un vistazo porque se ve interesante;saludos.