Ayer estaba esperando el autobús, y en esto que paró uno de otra línea delante de mi. Se puso a bajar una moza gorda con un cochecito de niño, y no podía agarrarlo bien, así que lo cogí yo desde fuera y la ayudé, dejando el cochecito en la acera.
No es que no me diera las gracias es que ni me miró con simpatía ni nada. Cero. Ni un gesto.
Rediós. ¿Qué le pasa al personal, que va por ahí sin preocuparse por los demás, sin verlos, sin pensar en nadie más que en uno mismo?
Esta mañana, también en el autobús, se bajan dos ancianos, ella muy impedida y con bastón, el marido ayudándola. El conductor ha hecho descender el lado derecho del coche para que la mujer pudiera bajar más fácilmente. El marido ha ido hasta la puerta y le ha dicho eso tan bonito de: -«Gracias, muy amable», y el conductor ha respondido con aquello otro no menos bonito de: -«No hay de qué.»
Pero lo peor de todo es que me afecta. Vaya que si me afecta, porque ahora la próxima vez que vaya ayudar a alguien primero me fijaré en si me mira y en si me sonríe, y como no me ponga cara agradable le va ayudar su puta madre.
Que hay que salir educado de casa, oiga.
a mi también me afecta, y mucho!
Cuando no lo hacen conmigo o con cualquiera…
Se ve cotidianamente, por desgracia.
El Sistema est{a leno de gente así y asá….Irrespetuosa y ridícula, que se buena o mala leche te joden la vida cotidiana. Un lugar de deshaogo y encuentro de damnificados:
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