Paco, se ve que la postrera sombra,
lejos de ser postrera ha perdurado.
Se disimula el polvo enamorado
a escobazos debajo de la alfombra.
Amar sin más ni más ya nos asombra,
es algo secundario y mal mirado,
que en este trajinar acelerado
cuanto interviene amor ya no se nombra.
Nos impregna los poros una arenga
de inhóspita maldad, para quien tenga
un poco de razón, que descalabra.
Cuánta falta nos hace quien nos venga,
con la mágica voz de abracadabra,
a encender una luz con la palabra.
Tomás Galindo ©
Recordar a Quevedo me remonta a la escuela secundaria..Así que me hiciste volver unos cuantos años atrás…Gracias…
chuata! es el único soneto que me sé de memoria… te lo recito? en fin… cerrar podrán mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día… y no sigo porque te veo apurado.