El ejercicio del músculo

Que el músculo que no se ejercita se atrofia es cosa bien sabida, pero no sólo los músculos fí­sicos cascan con el desuso, sino también los mentales. En la oficina una vez me puse a recitar y alcancé setecientas y pico cuentas de clientes, con su código, los quinientos números de teléfono más usados, y fui capaz de identificar por su dni doscientos clientes. El caso es que desde que hay teléfonos móviles no recuerdo ni un número. ¡Claro, para llamar a mi mujer ya no tengo que poner un número, pincho donde dice Manu y ya está! ¡El chisme moderno nos priva del ejercicio mnemotécnico!
Los niños en la escuela se resisten a aprender cálculo ¿para qué, si se hace tan fácilmente con una calculadora? Cada vez necesitamos recordar menos cosas, tenemos agendas electrónicas que nos dicen los cumpleaños, calculadoras que nos calculan las hipotecas (no necesitas ni saber la regla del interés simple), llamamos por teléfono marcando cosas como «movil mama», mandamos correos electrónicos mirando la agenda de contactos… pero se nos atrofia la cosa esa… cómo se llama… eso de que piensas algo y se te enciende una bombillica y te acuerdas…

En fin, que hay un invento que todaví­a no ha llegado, y claro, lo he tenido que hacer yo con estas manitas, porque ya estaba bien de no saber dónde tenemos los coches. Claro, cada dí­a aparcándolos en este barrio que aunque sean cuatro calles te vuelves loco dando vueltas, y luego no sabes si lo has dejado delante de la farmacia o eso fue ayer… ¿o anteayer?
Así­ que lo solucioné con este nuevo invento, el aparcadespistógrafo, que, como veis, es tan fácil de usar. Se pega en la nevera y sólo hay que cambiar un imancito de sitio y ¡vualá! ya sabes dónde coño dejó ayer el coche mi marido.

Creo recordar vagamente que habí­a algún otro músculo también muy dañado por el desuso…

Las rosas por tus muslos

https://youtu.be/Y_oQBB0ZqOY

las rosas por tus muslos se entrelazan
ascienden dejando sin cuidado
tobillos de equilibrio delicado
y de los pies al talle se desplazan
allí­ la espalda impone sus razones
su desnuda extensión hace que salga
el milagro rotundo de la nalga
que se divide en dos melocotones
las manos tan presurosas dulcemente
poca paloma son a tanto cielo
en esa trayectoria del consuelo
que convirtió el amor en su tangente
los pezones encienden sus carmines
la palma de mi mano hizo sus hormas
y de los pechos las convexas formas
se yerguen a saltar como delfines
las lenguas en las bocas se consumen
los ojos en los ojos se están viendo
la piel con la piel va coincidiendo
cuando el amor alcanza su volumen
y el deseo delata su presencia
y me atrapan tus piernas sorprendidas
ofreciéndoseme desguarnecidas
cuando voy a besar su confluencia
cuánto acuerdo qué exacta convergencia
cómo la carne en asombroso metro
corona la corona con su cetro
cómo origina unión la diferencia
cómo se recorre el camino entre
tu corazón y el mí­o en un momento
cómo las olas en blando movimiento
copiaron las frecuencias de tu vientre
qué suave exhalación qué irse el alma
qué rendido favor hallé en tu abrazo
qué pincel dibujó de un solo trazo
viva la exaltación tenue la calma
cuando la lasitud extenuada
separa continente y contenido
cuando entre mis brazos se ha dormido
la tórtola que fuiste acurrucada
por entre tus cabellos me resbalo
por entre tus cabellos hago nido
parece que no estés que te hayas ido
dejándome tu cuerpo de regalo
el fácil manantial de tu sonrisa
por arrullos cambió sus cascabeles
pero cuanto más tierna más me dueles
pero cuanto más tierna más precisa
mi propia voluntad ser mi enemiga
más me dueles amor cuando te veo
dormir en la ceniza del deseo
desde la orilla azul de la fatiga
el pecho reposado sube y baja
potro que refrenó su galopar
astro que su reflejo tras brillar
se materializase en una alhaja
y cómo despegar de lo profundo
y los pubis quién los desenreda
y quién que te haya amado no se queda
despavorido de volver al mundo
no me dejes mi bien sigue durmiendo
quédateme en los brazos ovillada
oliéndome a mujer recién amada
que ahora que va el sexo sucediendo
crece el deseo de no decirte nada
y decirte a la vez que es justo ahora
cuando empieza el amor cuando atesora
su espiritualidad acariciada
y nos dejamos todo en el empeño
de saber que por siempre nos amamos
quedémonos así­ y no volvamos
del territorio amable del ensueño
Tomás Galindo ©

Izquierda nacionalista

¿Tiene algún sentido ser de izquierdas y nacionalista? Yo no se lo encuentro, es más, me suena a contradictorio, se supone que la polí­tica de izquierdas propone precisamente la atenuación, cuando no la desaparición de las naciones. Las naciones, que tuvieron su origen en las diferencias geográficas, y que eran algo tan lógico, en estos tiempos de la desaparición de fronteras (o de otras nuevas no geográficas), de las empresas multinacionlaes, de las comunidades nacionales, van perdiendo su sentido.
Muchas veces se ha escrito que gran parte de las guerras han tenido un origen religioso, o de clase, pero sobre todo, la mayorí­a de las guerras han tenido su origen en los diferentes intereses nacionales.
La izquierda, la mentalidad polí­tica liberal, socializadora, igualitaria, ha de perseguir la abolición de las naciones, como última barrera diferenciadora entre las personas. Y los polí­ticos que hacen su cosecha de votos y de adeptos al grito de «nuestra nación» o no son de izquierdas, o tienen un mensaje tan flojo que si realmente lo pusieran por delante de la llamativa propaganda nacionalista (que siempre tiene su tirón por su contenido rebelde) no se comerí­an un rosco.
Yo desconfí­o de los que buscan la independencia de unas naciones con respecto a otras, en vez de trabajar sobre todo por la independencia de las personas con respecto a otras.

Sic transit gloria coches

Llamada telefónica 1:

– Papá, papá, que como soy tan buena, me podí­as regalar un coche ¡el tuyo por ejemplo! Y te compras otro.

– Glups.

– ¡Gracias papi, sabí­a que entenderí­as mis nuevas necesidades kilométricas! ¡Qué bien, qué bien, ya soy autónoma!

– Esteee…

Y allá que se fue ella con su (mi) leoncito querido, Peugeot 206, que era una maravilla y no conocí­a el taller. Ay, qué tiempos. Vedlo, ahí­, a la derecha, todo nevadito, qué lindo.


 

Llamada telefónica 2:

– Hola papi.

– Hola hiji.

– Esteee… que he plegado el coche, siniestro total, acuaplaning, zas, tortazo, piedros debajo, chof dirección, chof patapún motor, catacrás chasis…

– Glups.

– ¡Pero yo estoy bien, eh, yo estoy bien! !Qué suerte! ¿A que sí­?

 

– Puesss que no merecí­a la pena arreglarlo, estaba muy viejo. Linda se habí­a comido la tapicerí­a. Habí­a miguitas. Y tal. Así­ que me he tenido que comprar otro, uno nuevo, mejor que el tuyo.

 

 Por lo visto conduce como yo, porque se ha pegado el mismo tortazo que me pegué yo, en el mismo sitio, y también con un coche (Ford Scort) a la chatarra… ¡pero que me venga presumiendo de que tiene un coche mejor que el mí­o! ¡Ja! ¡Amos, anda! ¿Eso de quién lo habrá aprendido?