Visita a La Aljaferí­a

Fin de semana de viajes, familia, risas y paseo. Turista en mi tierra, mi mujer (qué vergüenza) me lleva a visitar el no sé si castillo o palacio de La Aljaferí­a, donde el moro Muza se solazaba entre jardines y atrios umbrí­os (tení­a hasta ascensor allí­ el gachó, en serio). Ahora es sede del gobierno de Aragón, tras haber sido, años ha, del de Fernando el Católico y Sra., la que montaba tanto. Mi papi contaba que hizo allí­ el servicio militar, y que, entonces, era una pena ver aquellas salas palaciegas, aquellos jardines arruinados, aquellos artí­sticos aposentos servir de cuadra de mulas y depósitos de municiones; y las humeantes cocinas prigar los artesonados del techo de grasaza y hollí­n. Los zaragozanos tení­amos perdido este rincón, perdido y desconocido, hasta su restauración y aprovechamiento para asombro de lugareños, que no acabábamos de creer que pudiéramos tener semejante maravilla escondida bajo un montón de cascotes y porquerí­a. Los artesonados del techo son prodigiosos.
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Digresión poética


Decí­a George Orwell allá en 1942 y escribiendo sobre Rudyard Kipling que era un buen poeta malo, y se sacó del bolsillo una clasificación muy original de la poesí­a y los poetas, algo así­ como que la poesí­a se divide en buena y mala, y los poetas a su vez en buenos y malos. Ojo, que la división tiene truco. Así­ hay buenos poetas que hacen buena poesí­a y malos que la hacen mala, pero lo curioso es que también hay buenos poetas que escriben mala poesí­a y malos poetas que la escriben buena. ¿Seré capaz de explicarme?
La buena y la mala poesí­a son eso, obviamente. Pero hay poetas capaces, gracias a su buen oficio, a su pericia, a un sentido superior de la belleza, incluso gracias a su gracia, que son capaces, decí­a, de casi emular la buena poesí­a en sus composiciones, de elevar, a base de buen hacer aquello que escriben hasta un peldaño inmediatamente inferior al de la buena poesí­a. De acercarse a la poesí­a de auténtica calidad artí­stica y moral, y de hacer, incluso, una poesí­a importante. No, no son capaces de llegar a la pureza emotiva de la poesí­a, que es dama que no otorga sus favores a cualquiera, no encandilan con su arte, no te rompen el corazón con esas palabras que son cuñas que abren las almas y dejan brotar las emociones. No llegan adentro del todo del espí­ritu poético, pero se arriman, andan un camino ameno y es agradable andarlo con ellos. Esos son los buenos poetas que escriben poesí­a mala, como Antonio Machado, como Joaquí­n Sabina, por citar dos de los más leí­dos y conocidos. Ejemplos el uno de maestrillo que tejí­a un verso simple, fácil de leer y entender aunque desprovisto de color, de música y sobre todo, de enjundia, de fondo. Sus poemas eran lecciones para chiquillos, bien dichas, pero sin más, buena poesí­a mala para gente simple; poesí­a útil, necesaria quizá para quienes empiezan a leer poesí­a y descubren luego que hay más, que ese poeta tení­a un hermano que te poní­a los pelos de punta (por ejemplo). Poesí­a de segunda división, que también tiene su mérito. Como lo tiene Sabina, y otros como él que escriben canciones y venden libros, que gustan, que gustan mucho, que tienen gracia y juegan con la palabra y saben lo que la gente quiere oí­r y leer y lo que les motiva, y que son capaces de escribir la misma canción cien veces con distinta letra, y que parezca que es otra canción aunque sea siempre la misma.
Por contrario, hay otros poetas que están reñidos con la musa, que se dan de tortas con el arduo, fatigoso, escondido oficio de escribir. Piensan, sí­, piensan bien, son capaces de encontrar la esencia, el producto poético, la sí­ntesis de la emoción, pero les cuesta horrores comunicarlo, o lo hacen de manera burda, o son tan personales que el resto de las personas no les entiende, o se van por los cerros de úbeda. Son poetas que te hacen tropezar con los versos en vez de deslizarte por ellos; poetas que te presentan una ventana cerrada pero te dejan entrever que detrás está el luminoso paisaje; poetas que andan a trancazo limpio (o sucio) con el idioma, que te llevan a Roma por el camino más largo y lleno de charcos que puedes encontrar (entre ellos se da mucho el malditismo). Gente como León Felipe el antipático, Panero el loco o Gloria Fuertes la que no sé si chocheó o se cachondeó.
No sé dónde está el distingo, en qué exacta lí­nea del tejado cae la vertiente hacia el lado de la buena poesí­a o la mala, pero ahí­ está. Uno lee a Bécquer lo de las oscuras golondrinas y no llega a darse cuenta de lo mal rimado que está, el revolcón que le da al arte poético es grande en esa y otras composiciones, y sin embargo qué hermosa. Cualquier otro poema lleno de rimas en -ar y en -án, con los verbos al final para que pegue la rima facilona, seguramente serí­a un bodrio y un suspenso en el taller de poesí­a de la asociación cultural del barrio, que lleva ese señor tan tieso con pajarita. Y sin embargo qué hermosa.
Tampoco sé qué separa al buen poeta del malo, pero un pajarito me dice al oí­do: -«Este sí­, este no, este sí­, este no…»

Ah, esta va siendo mi lista, cuatro gatos a modo de ejemplo:

Buenos poetas de buena poesí­a: Bécquer, Lorca, Miguel Hernández, Quevedo, Rafael de León, J. R. Jiménez, Storni…

Buenos poetas de mala poesí­a: Antonio Machado, José Ángel Buesa, Campoamor, Rubén Darí­o, Lope, Góngora, Juan de la Cruz…

Malos poetas de buena poesí­a: León Felipe, Gloria Fuertes, Leopoldo Panero, Villena, Borges, Amado Nervo, Neruda, Guillén, Alberti, Sabines…

Malos poetas de mala poesí­a: -a estos que les/nos den por saco-

Logo de Ejpania

No me gusta nada el logo que ha ganado el concurso ese del logotipo del gobierno, o sea, este:

Pero como no sirve de nada lamentarse y dejarlo así­, he decidido pasar a la acción y hacerle yo a los señores gobernantes un logotipo de Ejpania como dios y la santa madre iglesia mandan ¡que ya iba siendo hora de que tuviéramos una enseña o ensenya o ikurriña que contuviera lo más representativo de nuestras raí­ces vernáculas y nuestro acervo popular! ¡Ea!

Así­ que sobre la base del escudo oficial que tanto mola mola tanto, y los colores patrios, he compuesto un logotipoescudobandera de-fi-ni-ti-vo. Habrá un antes y un después en la representación gráfica de lo español gracias a este mi logotipo, donde reside la esencia de nuestra personalidad.

En el centro el balón con los tres claveles, en vez de flores de lis, sí­mbolos de la flor española por antonomasia sobre su fondo natural. Primer cuartel: ladrillazo sobre pared de ladrillo, sí­mbolo de nuestra pujante industria. Segundo cuartel: Tí­a Marí­a con Toro de Osborne, sí­mbolos de reciedumbre carpetovetónica. Tercer cuartel: Xamarreta blaugrana con barretina, sí­mbolo de diversidad cultural. Cuarto cuartel: Butanero, sí­mbolo del hombre activo y trabajador pero alegre y macho, muy macho; Centro abajo: oliva aceitosa sobre guitarra, sí­mbolo de nuestro nutriente básico y la alegrí­a que nos proporciona degustarlo. Corona: Boina con cruz de la Macarena. Columna izquierda: Pierna de Elsa Pataky, con tortilla de patatas en la cumbre. Columna derecha: Pierna de Raúl con paella en la cumbre. Orlas: Escote de jamona; jamón de Jabugo; porrón de morapio; nuestras Faraona y Jurado que guardan a Ejpania desde los cielos; ruedo que simboliza nuestra unidad, y culamen de real hembra.

Creo que está clarito. ¿Dudas? ¿Análisis?