Dedicatoria
Nada sirve de nada
Nos están mirando
Venida de la luz
La luz, esa veloz, nunca se instala,
sólo relámpago imprime la memoria,
y para siempre nos deja iluminados.
La luz es la memoria de la luz,
esa veloz, que solo abre la puerta
y deja entrar los cambios.
Es la luz, la luz es el momento,
el balbuceo en que nos despertamos
frotándonos los ojos,
comprendiendo.
Otro comienzo la luz. Y nunca es tarde
si hay un segundo detrás
que pueda celebrarlo.
Qué alegría vivir esa otra vida
iluminada en comunión de tantos
que abrieron los ojos como uno
para unirse al corro de los santos,
los santos bebedores, los santos locos,
los santos niños desnudos, que se besan,
copulan, cantan, que cavan en los sueños
los cimientos,
son hombres y mujeres claros.
Es la luz, esa veloz, inaprensible,
que hay que atrapar en lentos corazones,
que duele, que contenta, que te mata
y te deja en el barro solemnemente solo.
Pero sirves.
Lo sabes.
Alegremente aceptas.
T. Galindo ©