Los Reyes

¿Los reyes? Ja. Sí­, sí­, los reyes… ya te voy a contar yo los reyes que he tenido. En la vida vuelvo a escribir yo una cartita a los reyes. Los putos reyes y los putos crí­os que te vuelven loco. Me he pegado dos dí­as gritándole a mi hija que los reyes son los padres ¡los reyes son los padres! ¡los reyes son los padres! Y que llore, joder, que llore y que se desgañite. Yo también querí­a reyes, y mira lo que me han traí­do. Lo que me han traí­do. No vuelvo a celebrar más los reyes, en la vida. En la puta vida. Ni la navidad, de esta me hago zen, o talibán, o judí­o, lo que sea. Y me voy a ir de vacaciones en navidad, de ahora en adelante, para que me coja desde el dí­a de navidad hasta reyes fuera, bien lejos, en las Bermudas, en Marruecos o en Tanganica, un sitio donde no celebren las navidades.
Todo porque mi jefe, el jefe, se las daba de campechano, de estar con el empleado, de compartir vivencias, ya sabes, el nuevo estilo empresarial. El cabrón sin corbata, vamos. El hombre que por lo visto se sentí­a muy solo y querí­a hacer amistades con los de abajo, como si los de abajo quisiéramos que nos invitara a cenar a su palacio y a que su mujer le sacara los colores a las nuestras exhibiendo la sección de joyerí­a del corte inglés, y lo más feo que han parido Vitorio y Luchino. Y nosotros a tragar, a aguantarle hablar sobre la gran familia que es la empresa, sobre el gran edificio que entre todos estamos levantando. Le encantaba al cabrón la metáfora del gran edificio que estamos levantando en la empresa, unos ponen un ladrillo, otros el diseño, otros la luz… le encantaba el gran edificio. Vaya casa putas estábamos levantando. Y que no se le ocurre mejor idea que celebrar el dí­a de reyes con los crí­os ¡venga, regalos de la empresa para todos los niños! La madre que lo parió. Hasta contrató a unos actores de esos aficionados para que se vistieran y repartieran los regalos, qué majo él… Se sentí­a en la gloria el hombre, seguro que pensaba aquello de que era como un padre para nosotros, como piensan todos los caciques y los dictadores. Y mi niña, qué rica ella, qué mona, qué linda con sus rabitos con lazo y su media lengua. Y el tí­o que me dice:
-¿Así­ que esta niña tan bonita es su hija? qué preciosa, Martí­nez, qué preciosa niña, estará usted orgulloso.
Y la crí­a con el chupete de medio lado y agarrando un oso de peluche venga a tirarme del faldón de la chaqueta.
-Papá, papá
Y el otro que venga y dale, que si este es un dí­a entrañable y tal y cual. Y la otra tironeándome la chaqueta.
-Papáaaaa
-Quéééé quieeeeres
-¿Ete zeñó e el cabrón de tu jefe?

Noticias

El hombre despertaba por la mañana y la noticia era el tiempo. Miraba por la ventana a ver cómo pintaba el dí­a ¿hará frí­o o calor? ¿Lloverá? Del clima dependí­a mucho su vida y era un tema de conversación, y aun de polémica, cuando se juntaba con otros. Luego estaba lo de la vaca, si se habrí­a preñao; o lo de los franceses ¿serí­a verdad que habí­a una guerra con la Francia? De eso seguramente se enterarí­a en tres o cuatro dí­as por el tí­o Dimas, que habí­a bajado a la capital a apalabrar lo del aceite y traerí­a noticias.
La mujer despertaba y la noticia era el huevo. ¿Habrí­a puesto la Margarita? Qué gallina más buena les habí­a salido, hay que ver qué ponedora, ojalá alguna de las pollitas saliera a la madre. La madre, luego habí­a que dar vuelta por la tumba de madre, que hoy hací­a años de su muerte, Dios Nuestro Señor la tenga en su seno, y habí­a que limpiar la lápida y ponerle flores. Se pasarí­a a buscar a la Ginesica y se llevarí­a la azadica pequeña para limpiar la mala hierba. Y tení­a que enterarse de si era verdad lo que decí­an de que habí­a subido tantí­simo la vara de tela ¡Jesús! y ella que tení­a que comprar un corte de tela para hacerle a su Casildica una falda, a ver cómo se las apañaba. Ah, y la leche para los crí­os, mandarí­a al Pablico a que le diera la leche la Ginesica; a ver si se quedaba preñada de una vez la vaca, que una casa sin leche es como una casa sin el Sagrado Corazón de Jesús.
La noticia era cosa de una vez al mes, en los pueblos grandes, y en las ciudades habí­a más, quizá habí­a una noticia a la semana. Luego, con los adelantos técnicos, empezó a haber noticias diarias… y hasta ahora.
La cuestión es ¿nos tienen que interesar todas? ¿Todo lo que pasa en el mundo requiere nuestra atención, nuestro vivo interés, nuestra actuación, nuestra toma de posición al respecto? Necesito que alguien me aclare esto, porque estoy en un sinvivir. Creo que soy mala persona, que soy malo, sí­, malvado. ¿Salvo las ballenas? ¿Apadrino un niño? ¿Voy a la mani por lo del 0’7%? ¿Qué digo si me preguntan por la huelga de los juzgados? ¿Ha perdido España el partido contra Bélgica? ¿Y por Palestina, eh, qué hago yo por Palestina? ¡Diosssssss!
Me levanto por la mañana y hay miles de noticias que requieren mi interés, mi posicionamiento. Luego me pedirán la firma para protestar por lo de la incineradora que nos quieren poner en el barrio, o para remodelar el parque ¿firmo o no firmo? Vendrá a venderme loterí­a del Niño ese señor tan pesado de la asociación para no sé qué sí­ndrome ¿cómo puedo no comprársela y seguir teniendo su estima?
Miles, miles de noticias, todas mirándome. ¡Ellas a mí­, sí­! ¡Estamos aquí­: mí­ranos! Somos los fantasmas del mundo moderno que te asaltamos desde los cuatro puntos cardinales con la polí­tica de Chávez, con la guerra de Irak, con la mafia rusa, con la intifada, con los inmigrantes, con el tsunami, con el ladrillazo marbellí­, con el diálogo con ETA.
¿Y todo tiene que importarme? ¿Es obligatorio que me importe todo lo que pasa en el mundo? A veces pienso que tanta responsabilidad excede mi capacidad de asimilación, de entendimiento y desde luego, de respuesta. Sin contar con que la mitad de los dí­as me importa todo un pimiento, porque si, y me siento tan mal, tan culpable… En serio ¿soy malo?
Hoy hace frí­o, espero que mi mujer se haya abrigado bien, luego me trae la naricita helada; le voy a ir preparando el café. Y mi hija, qué jartá de trabajar, tanta guardia seguida. Duerme mucho, niña, descansa eh. ¿Y hoy que hago de comer…?

Santo Tomás (y el talo)

Hoy es Santo Tomás. No sé cuál. Uno. Hay muchos. El caso es que en el Arenal montan tenderetes pseudoartesanos, donde pseudo labriegos venden productos de la huerta pseudonaturales. Sí­, hay mucho pseudo, pero es que todos eran iguales, con marca industrial, más bien parecí­a una sola caseta repetida para dar entrada a tanto visitante. Y se come talo, que es torta de maí­z, con chorizo, que es… chorizo ¡qué va a ser!. Y se bebe chacolí­ o sidra. Estaba animadico. Véase