USAno

Qué bonito que es Nasvile,
Sí­tel, y Niu Orleáns,
qué bonitos los misiles
que rayando el cielo van
Qué bonito que es Manasas
Qué bonito Nueva Yor,
qué bonito cuando pasas
por Járlem dentro de un For.
Qué envidia me dan los indios
qué envidia me dan los negros
qué mala suerte he tenido
¡nacer junto a los Monegros!
¡Yo que siempre quise ser
tejano y llevar sombrero,
caminar como Yon Güein,
pilotar un bombardero,
bailar lo mismo que Fred
y presenciar un rodeo.
¡Ay, quién fuera americano,
blanco, sajón, protestante,
votante republicano,
varón, y hasta militante
del cu-cus-clan georgiano.
Ser un gángster italiano
y tener una beretta
y salir en Los Soprano
tirando con metralleta
Ser negro y cantor de yas
con los dientes como un piano
triunfando en el coton clab
Eso sí­ es una pasada
como ser yanqui no hay nada
al lado de eso ser vasco
es más tranqui
que ser yanqui
pero es un asco.
No es lo mismo gritar gol
que ver jugar al beisból
¿y el baloncesto?
¡qué es esto!
no se parecen en na
lo de aquí­ y la enebeá.
Yo sueño con ser usano
de la USA de mis amores
porque allí­ todo es más sano
y las cosas son mejores.
En vez de flamenco hay blus,
no hay Zapatero, que hay Bush
y en lugar de tener rey
allí­ tienen a Bil Gueits
Viva la familia Mónster
la isla de Manjatán
viva el general Cáster
y el siete de Michigán.
Viva la Coca y la Pepsi
el Güiston y el Luquiestrái
y la momia de Elvis Presli
y las gafas de Ray Charls
que viva Conecticúz,
y Güisconsin y Güichita
y quiero ir a Jolivúz
aunque sea de visita.

Tomás Galindo ®

Descubierto un sistema para ganar siempre al ajedrez.


Al fin, el dí­a tan temido por ajedrecistas de todo el mundo ha llegado. Tras un despliegue técnico sin precedentes, la compañí­a holandesa que está en proceso de fabricar el ordenador de nueva generación «Hal 18«, bautizado como aquel mí­tico de «2001 una odisea del espacio», ha descubierto un sistema para hacer que sean siempre las fichas blancas, las que salen, quienes acaben ganando la partida. Dependiendo de la inteligencia del rival, las fichas negras, el sistema requiere para ganar indefectiblemente un mí­nimo de 214 jugadas, y no dicen el número de jugadas máximo que se necesita ya que, según los creadores de «Hal 18», nadie puede ser tan inteligente como para llegar al máximo.
Ajedrecistas del mundo entero, decepcionados al conocer la noticia, que puede convertir la supuesta batalla de inteligencias en poco más que una martingala destinada a que las blancas no se salgan de la jugada maestra que siempre gana, han comenzado a tirar la toalla, manifestando ya algunos maestros internacionales que, en lo sucesivo, piensan dedicar sus esfuerzos a juegos de auténtica estrategia, donde no pueda interferir la informática. Algunos de estos maestros están empezando a interesarse, a instancia de ajedrecistas españoles, por el castizo juego de los chinos; «Ese sí­ consiste en un enfrentamiento de astucia que no puede ser descifrado por una máquina«, dicen los partidarios de pasarse a esta actividad. La Escuela de Ajedrecistas de San Petersburgo está empezando a desplazar profesores a seminarios de estudio de los chinos a lugares dispersos de la geografí­a española, afamados por la práctica de este popular juego, como Madrid, Bilbao, y Calatayud. Sesudos catedráticos de las principales universidades estadounidenses están comenzando a animar a sus alumnos a hacer las primeras tesis y estudios sobre esta, según ellos manifestación de la astucia primigenia del homo sapiens, de la que ya hay constancia en excavaciones en Atapuerca, donde se han hallado múltiples restos fósiles de dientes trabajados, y piedrecillas ornamentales, formando trí­adas.
No obstante, desde el gobierno de Euskadi, se pretende hacer de la universidad de Deusto el foco mundial del estudio de «los chinos», ya que según manifestaciones del lehendakari Ibarretxe «Los txinos, donde uno intenta ocultar al rival lo que tiene y, al tiempo, averiguar lo que el contrario esconde, mediante un juego de argucias y engaños, sólo pudo inventarlo un vasco o vasca«. Portavoces del PSE y el PP se han mostrado de acuerdo, si bien matizando que el presupuesto deberí­a ser consensuado.

Treinta corbatas


Treinta corbatas tengo, más alguna otra jubilada que yace en un amasijo de culebras de trapo, más cuatro soberbias, elegantes y originales pajaritas. Las he contado esta mañana, cuando me ha llamado la atención ver una de ellas, que habí­a caí­do en el montón de camisetas que son mi vestimenta habitual de diario. ¿Cuánto hace que no me pongo corbata? Antes vestí­a a menudo esta atávica prenda, y reconozco que me gusta hacerlo. Si algo me paro a mirar en un escaparate son las corbatas que, aunque tengan precios prohibitivos, siempre están al alcance de cualquier bolsillo, por algo son un accesorio modesto, pero muy decidor. Una corbata de categorí­a es algo que se nota a la legua, y que puede disimular una camisa (incluso una chaqueta, al decir de algunos) de medio pelo. Eso sí­, deberí­a estar prohibido regalar corbatas. La corbata es muy muy personal, desde luego, más personal que unos calzoncillos. Al fin y al cabo la corbata se enseña, y sirve de enseña de quien la porta. Puede parecer pijo o snob, pero la corbata y los zapatos son algo que denota enseguida su precio, como si llevasen la etiqueta colgando.
¿Es la corbata un adminí­culo que se pone la gente por estar obligada a ello en determinadas circunstancias solamente? ¿Pasará con ellas lo que pasó en su dí­a con los sombreros, que prácticamente desaparecieron? ¿Son sí­mbolo de estatus o manera de pensar de quien las lleva en vez de ser simplemente un adorno sin mayores pretensiones? ¿Están justificados los ataques desde multitud de lados a las corbatas? Yo me siento bien con corbata, natural. Cierto que no las llevarí­a de contí­nuo porque creo que no hay una corbata para cada momento, sino que hay momentos para corbata y otros que no. Pero me gustan. ¿Pasa algo o qué?