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¿Y tú cómo te imaginas el cielo?
Porque para mí el cielo es un domingo por la mañana. Te despiertas amodorrado, te encuentras abrazado, entre ese calor y ese sopor que va despidiendo el sueño.
-Gñes días…
-Hol… crño…
Y el remoloneo. Mucho remoloneo. Y luego deprisa y corriendo hacer un café y tomarlo en sentados en la cama. Más remoloneo. No apetece levantarse ¿y si leemos un poco más la novelita? Vale. Y charlar y hacer planes, y ráscame aquí, más a la derecha, más arriba… Qué bien está uno estirándose en la cama un domingo por la mañana, sacando los pies al fresco por entre las sábanas.
Ya sería la hostia si Linda no pidiera bajar a hacer un charquito.
¿Y tú cómo te lo imaginas?
Koiné Peplou (tragedia griega de las que ya no se ven, oiga)
Coro: En un lejano país vivía una hermosa niña de luengos cabellos dorados.
La niña: (Lleva una gran piruleta y una muñeca) Oh, qué linda soy.
Coro: Su vida transcurría dulce y placentera entre juegos inocentes.
La niña: Oh, qué hermosa es la vida. (arranca la cabeza a la muñeca con gesto dulce y bondadoso y tira cada cosa por un lado, los del coro miran mitad hacia un lado, mitad hacia el otro, luego se miran unos a otros y cabecean, como diciendo, vaya niña)
La madre: (entra, recoge los dos pedazos de la muñeca, los une, coge una silla y se sienta al lado de la niña, no perdiéndose nada de lo que dice y haciendo gestos al coro como de que no le gusta nada esa gente)
Coro: Nada interrumpía el amable discurrir de su existencia infantil.
Niña: Oh, qué bonito es ser niña.
Coro: Hasta que de repente, un infausto suceso trunca tan agradable existencia. ¿Qué le pasará a la princesita? ¿Tendrá angustia vital? ¿Tendrá conflictos internos? ¿Almorranas?
La niña: Oh, qué triste y desolada estoy.
Coro: Cuenta, cuenta. (ponen gesto de gran interés y se acomodan)
La niña: (a su madre)
Querida progenitora
de mis días dulce autora,
Siento algo en mi interior
que me llena de pavor.
Una extraña comezón
de congoja y desazón,
un raro dolor allí
que jamás antes sentí.
Y lo que es más repugnante
asqueroso y aberrante:
en mi intimidad más honda
una hemorragia hedionda,
y una sensación taimada
de andar por ahí pringada,
acompañada a su vez
de terrible fetidez.
Y me ha dado la psicosis
de que tengo hasta alitosis.
Di, mamá ¿qué amargo trance
me ocasiona este percance?
¿Qué espantosa enfermedad
me corroe con maldad?
¿Qué virus o qué bacteria
me provoca tal histeria?
¿Qué tara tan inaudita
me hace ensuciar la braguita? Continuar leyendo «Koiné Peplou (tragedia griega de las que ya no se ven, oiga)»
La chompa de Evo Morales
La chompa del presidente de Bolivia viene rompiendo con la etiqueta y el protocolo tradicionales, y dejando a más de uno estupefacto y ojiabierto. Unos le tildan de poco educado, otros de niño díscolo de la política internacional, y casi todos le auguran una corta trayectoria (esto último no precisamente por la chompa).
El caso es que hay encontrados comentarios acerca de su peculiar y típica vestimenta. Ya se le consintió bastante a García Márquez cuando se presentó a recoger el nóbel que sólo le faltaban los mosquitos de la manigua, pero claro, los artistas ya se sabe que están un poco idos y se les perdonan esas chiquilladas. Pero el asunto es que ahora viene este señor empeñado en no seguir los dictámenes de las más altas y convencionales instancias, y ser revoltoso en política está muy mal mirado, casi peor que ser revolucionario, porque a los revolucionarios no tiene uno que sentarles a su mesa ¡faltaría más!
Por eso desde aquí hemos elaborado unos nuevos diseños de chompas para el señor presidente, para que, a la vez que viste su prenda favorita, contente a los mandatarios internacionales, que lo están mirando con lupa.
Seguro que con nuestros diseños es mucho mejor acogido en los salones del Fondo Monetario Internacional y demás palaciegas mansiones.
Mentira
Miente el rico en lo que oculta,
el maestro en lo que enseña,
y no mentira pequeña,
que es mejor si más abulta.
El mudo miente por señas
y la tierra cuando gira,
mentira.
Miente el médico que sana
a quien nada padecía.
Miente quien peca y expía
para así pecar mañana,
y el que se da con mas gana
golpes de pecho sin ira,
mentira.
Por su honra indiferente
miente también a menudo
quien no se dice cornudo
y no pasa bajo un puente,
haciéndose el inocente
si la hilaridad inspira,
mentira.
Miente la mujer que clama
para su virtud socorro,
cuando perdió aquel engorro
no se sabe ni en qué cama
el año que Cristo el gorro,
y hoy por su honra suspira,
mentira.
Miente el marica coqueta
su condición femenina
cortándose la minina,
y metiéndose en las tetas
silicona de la fina
que le oprimen si respira,
mentira.
Miente el juez cuando es untado,
el santo cuando es ungido,
la mujer que se ha vestido
por haberse desnudado,
y aquel que el gasto ha pagado
pues es suyo lo que tira,
mentira.
Miente en su féretro el muerto
que ha dejado desolada
a su viuda bienamada,
cuando, de hecho, es más cierto
que está el velorio desierto
mientras la herencia retira,
mentira.
Miente el fornido galán
que enloquece a las mujeres
y presume de quereres.
Miente el fornido galán,
y miente… mientras le dan.
Y todos los que vivimos,
mentimos.
Tomás Galindo ®