25-F

Vení­a en una cuna chiquita, con los ojos abiertos, se me quedó mirando fijamente y soltó una pedorreta.
Veinticinco añitos hace hoy de eso.


Vivir es cambiar, en cualquier foto vieja lo verás (tango)

Jarri Póter 6 – La Celestina 0


Asisto complacido a la visión de las colas de crí­os en todas partes del mundo para hacerse con la última entrega de Jarri Póter, y sólo me queda por gritarle a la tí­a esa, la J-K. Rowling, el castizo ¡olé tus ovarios! Eso sí­ es animar a la infancia a la lectura, y no lo que hacen los profes de lite, que obligan al personal enano a leerse el quijote y la celestina, y les quitan para siempre jamás la mala inclinación por los libros.
Mi amiga Marigé, profa de letras, sostiene que esos libros son divertidos, pero claro, habla desde la deformación profesional; cuando uno lleva no sé cuánto tiempo estudiando filologí­a, si le dan el listí­n telefónico sólo opina que tiene muchos personajes. La relación crí­o-persona mayor, o crí­o-estudio, se basa en el aburrimiento; todo les aburre, o les aburrimos con todo. Para que la celestina les entretenga se tienen que haber leí­do antes varios miles de libros, y no se los leerán si le metemos la celestina en vena.
Qué lata eso de que los crí­os tenga que estudiar libros que ya ni se entienden. Soy sincero, yo pienso que eso ya no es literatura, sino paleoliteratura. Se pone uno con la celestina o el quijote y no se entera de las tres cuartas partes de la cosa ¡son de otra época y casi de otro mundo!
Por eso disfruto viendo las colas de crí­os comprando el sexto Jarri Póter, o El Señor de los Anillos, o La Historia Interminable, o Matilda, o El Doctor Dolittle, o El Pequeño Vampiro, o El Pequeño Nicolás, o Charlie y la Fábrica de Chocolate, o Las Crónicas de Narnia, o Una Serie de Catastróficas Desdichas, o Manolito Gafotas, o alguna del detective Flánagan.
Estos son los nuevos cimientos de la literatura, y harí­amos bien en dejar de levantar casas empezando por el tejado. De una puta vez.
(Me van a tirar piedras al grito de ¡Herejí­a, herejí­a!)

Sientesén, coño.

Qué barbaridad ¿ya hace veinticinco añitos (poco más o menos) que escribí­a yo esto? Cómo pasa el tiempo, parece que fue anteayer.

Prietas las filas. Marciales cual cosacos.
Cantando una canción ya tranochada.
Saludando todos, la mano alzada,
oliéndoos unos a otros los sobacos.
Os gustarí­a montaros otro atraco,
perdón, quise decir… otra cruzada,
y despertar a España, ya olvidada
de la entrañable memoria de don Paco.
Podéis ser brutos, pero no inconstantes,
pues queréis que aún os dure vuestro invento;
mas, si tras tanto hablar del movimiento
negáis todo el que sea hacia adelante,
ni aun de humanos teneis categorí­a,
os quedáis, no sé si en piara, o en jaurí­a.
Tomás Galindo ®

LA POESíA (Poemas en oferta)


Poesí­a, poesí­a
que inundas el alma mí­a
Noto que en mi pecho pí­a
una golondrinerí­a.
¡Qué alegrí­a, qué alegrí­a!
Este romántico afán
que mi corazón ardiente
hace temblar como un flan
y repartirlo a la gente.
Este entregarse a diario
verso a verso y letra a letra.
Este ver cómo penetra
en el lector tu ideario.
Y saber que quien te lea
hace de repente ¡plon!
y comulga con tu idea
y digiere tu emoción.
Poder contar lo que ves,
lo que gozas o padeces
(que depende de las veces)
¡Y lo barato que es!
No necesitas pincel
ni mármoles ni alabastros,
si abundan los poetastros
pues sólo gastan papel…
Qué gustito da, qué cosa,
escribir una obra de arte
con rapidez prodigiosa,
y sin tener que esforzarte
¡no hay que saber expresarte!
Pones palabras a bulto,
y a quien quiera cuestionarte
le dices que es un inculto.
Haces una oda en el acto,
con decir que eres abstracto…
P’a mí­ que la poesí­a
es arte y eucaristí­a.
Pero alguna gente lerda,
creyendo ser un mesí­as,
«se dan» en sus poesí­as,
y te tragas cada mierda…
Tomás Galindo ®

Estoy en esos dí­as

Ya está, lo habéis conseguido. Tanto insistir, tanto insistir con que los hombres no debemos avergonzarnos de nuestra parte femenina; con que hemos de dejar que aflore nuestra sensibilidad; con que hemos de compartirlo todo con ellas y dejarnos de estereotipos sexuales… ¡pues que me ha venido la regla!
Vaya mierda. Total, que todo ha sido empeño de Manuela, que dice que un mes cada uno es algo mucho más justo, y claro, cuando la mujer se empeña… Así­ que ayer me vino. Vosotras ya estáis acostumbradas, pero para mí­ es un palo, ni siquiera hay compresas para varones, me paso el dí­a en el váter cambiándome, se me va todo para los lados, una guarrerí­a. De mear de pie nada, que se me cae la compresa al suelo, ya me he despistado dos veces, igual me las tengo que comprar otro mes de esas que se pegan. Porque claro… yo no puedo llevar tampones. Igual hay que pedir que hagan tampones que en vez de meterse p’adentro sean como un tapón de los de a rosca, o a presión.
Y que estoy de muy mala leche. Más que nada porque yo soy persona de pocas oscilaciones aní­micas, de pocos cambios, y con esto de la regla igual estoy mustio media hora y a la otra media me alegro y al rato me vuelvo a poner otra vez triste, lo que me descoloca bastante, eso no lo tengo yo bien asumido. Y las piernas que se me hinchan, caray, vaya tobillos llevo, uf. El pecho lo llevo mejor, los pezones algo más sensibles y duros, pero bueno, tiene pase. Pero el dolor de testí­culos es insoportable, imagino que por estar fuera son más proclives a hacer daño que los ovarios. Y no se me pone tiesa, eso también es una novedad (menos mal).
Al menos Manuela se está portando bien, es más compresiva que yo cuando la tiene ella, y me hace muchos mimos y me lleva la corriente.
Hoy he hecho pastel de verduras, mira qué bonito y qué bien me ha salido:

Echas un chorrito de aceite para untar la bandeja que meterás al horno. Luego una berenjena a rodajas de medio centí­metro de gruesas, para la primera capa. Tres cuartos de kilo de carne de pavo picada, con su sal y su pimienta, se aplasta para la segunda capa. La tercera son unos tomates cortados a rodajas. Encima la cuarta y última que es de calabacines también a rodajas. La cubres con un aluminio y al horno fuerte. Cuando esté casi hecha (mejor que quede un poco al dente) le pones unas lonchas de queso de fundir encima y lo tienes unos minutos a que se gratine. Sacas y a comer. Esto es para cuatro personas, o, como hago yo, para dos y luego queda para cenar en frí­o o para mañana de tapeo. En frí­o está casi mejor que en caliente.
Me dicen que la regla da mucho apetito, será verdad, además me apetecen cosas raras y una después de otra: ahora chocolate, luego patatas fritas, luego helado, luego olivas rellenas… ufs.
Vaya dí­a, estoy deseando que se me pase. No puedo llevar vaqueros…