Cantando va a trabajar
alegremente el verdugo,
silbando va a colocar
la cabeza en el tarugo.
Dándole los buenos días
saluda educado al reo,
le dice con cortesía:
-Buen tránsito le deseo.
Puede usted estar tranquilo,
yo soy un profesional,
y el hacha tiene buen filo,
nada puede salir mal.
-Le juro señor verdugo,
no debo ser su cliente,
tan sólo robé un mendrugo
yo no soy un delincuente.
-Yo le creo, pero vea
que no es ese mi trabajo,
me limito a mi tarea
¿está cómodo en el tajo?
El hacha subió y bajó,
cayó la cabeza al cesto
y el verdugo se marchó
diciendo bajito esto:
-Nada cuesta ser amable,
además… no era culpable.
© T. Galindo