¿Quién quiere más?

Aquello fue un correr de cremalleras,
un crepitar de sedas y de cueros,
un tapar y destapar los agujeros,
un ponerse de acuerdo las caderas.

Por el monte de venus las laderas
bajé regando en su desfiladero,
como un improvisado jardinero,
las flores de sus veinte primaveras.

Una fusión atómica de urgencia,
una anatómica y húmeda adherencia,
producto del instinto de manada.

Después, fundido a negro, otra secuencia:
una conversación civilizada,
una ducha, dos besos, luego… nada.

Tomás Galindo ©

Execración del plato de lentejas

viene un batallón de ceros a comerse el mapa
nos dejarán en los huesos miradlos acercarse gordos y lustrosos
son legión lenta oleada marea impávida
tan silenciosos tan mudos tan imagen y semejanza de carcoma
y el joven agitado no comparece su barba no exhibe hirsuto
no brinca airado desde su ágora ni al arma llama a sus semejantes
está vacía la atalaya podridos sus cimientos
ebrios dormidos estupefactos los vigías
envejecieron hace años y desertaron ya no hay nadie a quien avisar
desfilaron entre los neones y los escaparates
y no sabiendo tener hijos tuvieron muñecos graciosos y robóticos
con almas eléctricas y voces de disco
no ya no veo a nadie rasgarse las vestiduras afeitarse la cabeza
desnudarse en el barro y cantar la simple canción de la guitarra
ir juntos por la calle con la verdad en la voz
y las sucias manos llenas de ilusiones
ya nadie señala al enemigo con el dedo grita su insultante nombre
escupe mirando a los ojos del vil y cree en la victoria del doliente
ahora viene la muerte con sus perros gordos
con sus babas de cerveza y sus viseras
y no está aquí el joven aullador para tirarle piedras
ya su compañera no está a su lado ni delante con el pelo lleno de flores
y su canción y sus besos y su valor de sangre de madre
vino la gran apisonadora cargada de monedas
atrapando sus pies en la madurez de la vida y el asfalto
blando asfalto negro abandonado el camino vivo de hierba
camino vivo de hierba que la hormiga frecuentaba
que invitaba a dejarse llover y lavar los destartalados cuerpos
blando asfalto negro que nos dieron en premio a la mansedumbre
porque de los mansos será el reino del mañana
pero eso será mañana y conviene que así se acepte para bien de todos
no ya no veo sino futuras barrigas y culos acomodados
todos practicando la autoadmiración umbilical
y tantas putas y tantos futbolistas y tantos maniquíes
todos con una mano en la cartera y otra en el hombro del que va delante
para no perderse y no los oigo
ni la voz individual que enamoraba ni la voz colectiva que encendía
las hogueras que debieron quemar el mundo y sofocaron
los ceros los bomberos los toreros los banqueros los sepultureros
loqueros relojeros
si tú supieras maestro que tu lección cayó fuera de tierra fértil
al pedregal y se agostó la semilla y la comió el grajo
que engordó y engordó hasta volverse águila y luego buitre
se hizo con la boina del Che una camiseta
y con el sueño de Miguel de Blas de León de Jorge de don Antonio
un salón cultural recreativo on the rocks y con gomina y el jersey cruzado al hombro
y da lecciones el águila y luego buitre de vuelo sin motor
y del nuevo orden mundial que es la nueva orden mundial
de cuerpo a tierra y que nadie levante la cabeza
señor sí señor en ti confiamos y en la verdad de Dios con mayúscula
venga a nosotros tu república bananera y hágase en mí según tu televisión
tú que eres tan sabio que viste que el futuro consistía
en que todos fuéramos Peter Pan y nos suministras el polvillo mágico
de volar y volar puros e infantiles
tan sin pecado que ya podemos follar como los ángeles
y todas las mujeres tienen las mejillas sonrosadas y tetas blanditas
y ninguna de ellas muerde ni cocea ni tiene pelos en el sobaco amén así sea
gran hermano águila y luego buitre y luego padre nuestro
que estás en nuestros estamentos en los frontispicios y los plintos
en los pedestales y los telediarios perdónanos nuestras deudas
que tan sabiamente has sabido contabilizar con un módico interés legal
ahora que ya nadie te tira piedras ni pone palos en tus ruedas
ni arroja cócteles molotov sobre tus perros rabiosos
ni amenaza con el clamor popular si no es para celebrar los goles
ni pone barricadas a tus carrozas en las calles ni grita no pasarán
ya nadie grita no pasarán porque no ven nada claro que no pasen
ya nadie ve nada claro que algo dependa de lo que uno haga
de lo que uno haga con otros o por sí consigo porque lo crea justo y conveniente
nadie ve nada claro que el grano haga granero y la gota haga tormenta
que arrastre al mar los limos y las basuras a su paso
porque el catecismo pasa de puntillas el asunto de Jesús echando del templo a los comerciantes
pero que luego daba al césar lo que era del césar
y el césar somos todos como bien se encargan de recordarnos a la hora del sextercio
aunque luego el bolsillo universal se colme de ceros
que van devorando todo cuanto cae en la hucha
¿y la esperanza? ¿qué fue de la esperanza?
esa vieja pintarrajeada de verde      se le cayeron las tetas y los dientes
y hoy la ves fumando en cualquier esquina vendiéndose a cualquiera
que tenga desesperación y poca experiencia y sonríe al tonto
con las encías hueras y hueras las palabras le pinta futuros de humo
ah la esperanza yo la conocí de joven y era hermosa con muslos bien plantados
podía llevarte a la espalda y sentías su voz potente
qué distinta y cómo la dejamos entre unos y otros hecha un espantajo de sí misma
porque corríamos todos juntos con el corazón en la boca
y a las espaldas la gris marea que nos abatía pero no nos doblegaba
eso vino después y no fue la mano de hierro sino el guante de seda
el que truncó juventudes desunió huesos y tendones y allí fue el llanto y el crujir de dientes
pero con la conveniente inyección de anestesia que todo lo aminora y lo pospone
hasta diluir en güisqui los témpanos que iban a hundir el Titanic
gloria al señor en las alturas y en las presidencias de los consejos
paz en la tierra a sus siervos que lo aman perramente espumarrajeando cuando toca la campanilla
gloria al señor que nos dio un voto como un tesoro y nos dejó libres para poder elegirle
y que guiase sabiamente nuestros destinos oh joya parlamentaria oh virgen de la urna
que quitas el pecado del mundo y nos haces inocentes habitantes del limbo
que separas el grano de la paja el país elegido del maldito y al justo de la capacidad de acción
tú que eres nuestro norte nuestro baluarte nuestro hijo de puta pero nuestro
oh gran hermano tú que emites a Disney y devoras niños que lames coños y encenagas ríos
que embelleces parques y arrasas selvas que congelas voluntades y deshielas glaciares
danos la paz y la muerte ahora que hemos conseguido que sean sinónimos,
danos al menos el plato de lentejas.

Tomás Galindo ©

Noviembremente

siempre era tarde y siempre era noviembre
las mañanas eran tardes y los abriles noviembres
y ese silencio con chirrido de tiza
los pájaros negros volando despacio
golpeándose contra los cristales sin ruido
había una carraca sonando eternamente
con un ruido de coches y campanas
de suaves llantos y murmullos quedos
las rayas azules y blancas corriendo sobre rayas amarillas
el papel milimetrado con dobleces
la letra blanca que escribía miedo sobre fondo negro
la letra blanca que decía muerte
el tres por el cuatro que da pérdida
los pronombres desposeídos el verbo amar
a dios sobre todas las cosas
y todas las cosas bajo el peso de dios
carry that weight carry that weight
apenas soportable como llevar a un enemigo a la espalda
ama a dios como a ti mismo y a veces
te odiabas para odiarlo embistiendo
contra los puños y los pies y los mordiscos
contra la mentira sangrante y visceral
con el olor de los miedos esparcidos los orines
la esquina del dolor y del rencor
una alfombra que no había que pisar
impoluta ventanas por las que no mirar
huecos de escalera a los que no asomarse
puertas impertinentemente cerradas
bocas como líneas y narices siempre goteantes
cada día abortaba por la misma cloaca
por donde ponen sus huevos las gallinas
cada día buscando la alegría por el suelo
el suelo era nuestro mundo todo lo de más arriba
era de pedir permiso y de saber que estaba
sin mirarlo mirar estaba mal visto
mirar algo es anticipar su mal es corroerlo
la mirada cándida quién sabe qué puede desbaratar
el suelo el mundo y la historia en las paredes
fragmentos frases palabras escondidas
caras con demasiados dientes nubes caídas
manos armadas con hachas heridas de cal y de pintura
sangre de yeso en la piel marrón de las paredes
cicatrices de horas y de días y de rabia
ira en rastros de uña arañazos de furor
y tantos puñetazos en el aire y tantos
hipos tragados sin un poco de azúcar esa píldora
¿has visto los polluelos en el nido
con el pico abierto los ojos desorbitados
exhaustos comidos por los piojos?
esa misma chicharra multiplicada por cien
por mil así sonaba siempre no sé
si era mi ruido o el de todos
rebotando sin fin por los pasillos
ave maría ave maría ave maría ave maría

Tomás Galindo ©

Seguramente son las once

a veces uno cae hacia adentro
ya no es estatua blanda en la hornacina de los ascensores
ya no figura en los listines ni le llaman de usted
es algo oscuro
oscuro de sin luz
entonces se es un territorio un nudo de caminos
es frontera y muro de lo ajeno como campo que se mira desde este lado del abismo
no se comprende el otro lado y sus extrañas luces
a qué los ruidos de motores de músicas de alaridos
en este silencio íntimo de la propia víscera
a veces uno pierde los relojes y se mira la muñeca desnuda
y en la ventana ve al sol correr en círculos
la gente abajo moviéndose acelerada como en esas películas rápidas
y en un latido tomas el café lees el periódico escuchas las noticias sin oírlas
y en el siguiente estás sentado en tu trabajo preguntándote cómo fue el viaje
vuelves a mirarte la muñeca y es de noche
una puerta cerrada te ampara
fuera está el tiempo con sus dientes y sus garras
sus dieciocho cigarrillos sus cuatro cápsulas sus dos platos postre pan y vino
aquella muchacha aquella muchacha hermosa qué te decía
por qué te miró con dulce tristeza
por qué no pudiste apartarle el pelo de la cara decirle hace buen día
mirarla como si te dieras cuenta
pero no
te comiste hace tiempo los ojos y los síes
y en una lenta digestión de culebra sólo te alimentas de tu carne
reposada entre almohadones apelmazados y un sofá que no sabe contenerte
un sofá triste ni perro ni gato de aquella color
que está enfrente de todo porque después ya no tienes nada
a veces uno está así desnudo en el sofá enhebrando certezas
porque ni el perro muere ni la rabia acaba
y mañana
ah… mañana
será el mismo día que hoy con sus goces importunos y alguna que otra miseria cultivada
habrá que regar el árbol de las traiciones
y matar a alguien siempre hay que matar a alguien para pasar el día
es una tradición inoportuna el darse cuenta como que falta azúcar al café
ir corriendo a ninguna parte y llegar pero no del todo
como si un hombro o una rodilla aún no se hubieran presentado
nunca hay que estar enteramente entero siempre impreciso
con la media sonrisa de fondo de armario
que viste tanto como un traje gris
en la media docena aún tienes un sitio
luego te difuminas en la cola allá atrás entre los jubilados y la gente de uniforme
cuánto hace que no ves un niño
¿has visto que ahora los maniquíes en los escaparates no tienen cabeza?
asomado a la ventana fuma que te fuma
seguramente son las once

Tomás Galindo ©