El túnel

Ya llevo unos añitos con mi programa de radio a cuestas, y la verdad es que me hace mucha ilu.

Escucha este programa especial 250 aquí­ y ahora con sólo dar al play:

«Calidad no tenemos, pero perseverancia por un tubo». No es el programa más antiguo de Radio Tular Irratia, pero sí­ el que más murga da. Tomás Galindo nos hace recordar a diario, quieras que no, aquellas canciones que pueblan nuestros recuerdos de infancia y mocedad. Aquí­ todaví­a podemos escuchar a la Piquer, a Gardel, a Machí­n, codeándose con AC/DC (que son de su quinta), con Los Brincos, con Elvis y los Beatles. Aquí­ aún puedes encontrar los discos de 45 rpm de aquellos guateques, las coplas de aquella radio de posguerra, las canciones yeyés de la tele en blanco y negro, los cantautores de la transición. Quizá no siempre se oigan buenas canciones, es más, algunas son muy malas, pero aquí­ lo que cuenta son los recuerdos que nos traen. Ni en vivo ni en directo, pero dura y dura.
Cada dí­a a las nueve de la mañana y las once de la noche, El Túnel del Tiempo en Radio Tular Irratia.

Romance del niño dulce



beatí­fica mirada
el niño dulce tení­a
tiernas mejillas rosadas
con el candor de las lilas
rondaban tristes las horas
la soledad de su esquina
su madre barre la acera
y riega las clavelinas
comadrean a su vera
indiferentes vecinas
y agradece un caramelo
con una expresión bovina
es que está pero no existe
en su solana tranquila
y completamente sordos
los geranios ni le miran
y siempre anclado en su calle
en su acera y en su silla
es que está como varado
en la arena de la vida
como si fuera ilegal
tener en la cara lilas
que no encuentra hueco aquí­
su pureza clandestina
encendieron las farolas
luciérnagas bailarinas
los perros bajan el rabo
y se ladran con sordina
largos aullidos de noche
roncos gruñidos de dí­a
ya se ha puesto luto el sol
ya da la sombra en la esquina
ya se ha enturbiado la cal
los geranios y las lilas
el niño dulce se fue
su sillita está vací­a
en el corro de las viejas
mastican avemarí­as
bailan dentro de sus bocas
las dentaduras postizas
los angelitos al cielo
y suspiran y suspiran
y huelen llanto de madre
los perros por las esquinas

hijo de mi vientre amargo
de mis lágrimas salinas
hijo que todas las noches
agrios insomnios me hilas
de aquí­ a la luna he andado
de la luna aquí­ he venido
caminando caminando
por esos sueños perdidos
hijo que todas las madres
han soñado que han tenido
para despertarse luego
con un sollozo de alivio
yo te parí­ te parí­
imperfecto pero mí­o
con esos ojos tan grandes
que piden amor a rí­os
la boquita de juguete
que busca mi pezón tibio
y esas manitas glotonas
que hacen de mi pecho un nido
con zureos de palomo
que alborota sorprendido
dulce prueba de mi vida
dulce dolor de mi sino
no necesito razones
para querer a mi hijo

madre si me vieras madre
volar tras las golondrinas
correr por el arco iris
vestirme con tu sonrisa
madre si me vieras madre
en las fuentes de la brisa
jugar a la rueda rueda
con ángeles de alas finas
madre si me vieras madre
cuando me escapo a mi esquina
a mirar por tu ventana
y ver cómo te arrodillas
pero madre no me ves
tirando de tu camisa
pero madre no me notas
cuando te hago mil caricias
cuando te beso la frente
cuando me bebo tus lágrimas
y en tu pelo largo liso
voy a prender margaritas
madre si me vieras madre
cuando tú ya estás dormida
irme despacio despacio
alejarme de puntillas
y decirte hasta mañana
madre si vieras los dí­as
que pasaremos los dos
cuando vengas aquí­ arriba
qué travesuras haremos
resbalar por las cornisas
correr a la pata coja
por el cable del tranví­a
y marcharnos de la mano
a por rosas amarillas
Tomás Galindo ©

Las rosas por tus muslos

https://youtu.be/Y_oQBB0ZqOY

las rosas por tus muslos se entrelazan
ascienden dejando sin cuidado
tobillos de equilibrio delicado
y de los pies al talle se desplazan
allí­ la espalda impone sus razones
su desnuda extensión hace que salga
el milagro rotundo de la nalga
que se divide en dos melocotones
las manos tan presurosas dulcemente
poca paloma son a tanto cielo
en esa trayectoria del consuelo
que convirtió el amor en su tangente
los pezones encienden sus carmines
la palma de mi mano hizo sus hormas
y de los pechos las convexas formas
se yerguen a saltar como delfines
las lenguas en las bocas se consumen
los ojos en los ojos se están viendo
la piel con la piel va coincidiendo
cuando el amor alcanza su volumen
y el deseo delata su presencia
y me atrapan tus piernas sorprendidas
ofreciéndoseme desguarnecidas
cuando voy a besar su confluencia
cuánto acuerdo qué exacta convergencia
cómo la carne en asombroso metro
corona la corona con su cetro
cómo origina unión la diferencia
cómo se recorre el camino entre
tu corazón y el mí­o en un momento
cómo las olas en blando movimiento
copiaron las frecuencias de tu vientre
qué suave exhalación qué irse el alma
qué rendido favor hallé en tu abrazo
qué pincel dibujó de un solo trazo
viva la exaltación tenue la calma
cuando la lasitud extenuada
separa continente y contenido
cuando entre mis brazos se ha dormido
la tórtola que fuiste acurrucada
por entre tus cabellos me resbalo
por entre tus cabellos hago nido
parece que no estés que te hayas ido
dejándome tu cuerpo de regalo
el fácil manantial de tu sonrisa
por arrullos cambió sus cascabeles
pero cuanto más tierna más me dueles
pero cuanto más tierna más precisa
mi propia voluntad ser mi enemiga
más me dueles amor cuando te veo
dormir en la ceniza del deseo
desde la orilla azul de la fatiga
el pecho reposado sube y baja
potro que refrenó su galopar
astro que su reflejo tras brillar
se materializase en una alhaja
y cómo despegar de lo profundo
y los pubis quién los desenreda
y quién que te haya amado no se queda
despavorido de volver al mundo
no me dejes mi bien sigue durmiendo
quédateme en los brazos ovillada
oliéndome a mujer recién amada
que ahora que va el sexo sucediendo
crece el deseo de no decirte nada
y decirte a la vez que es justo ahora
cuando empieza el amor cuando atesora
su espiritualidad acariciada
y nos dejamos todo en el empeño
de saber que por siempre nos amamos
quedémonos así­ y no volvamos
del territorio amable del ensueño
Tomás Galindo ©

Oh, la navidad



Ayer eché un vistazo de noche a la calle y, oh espanto, la navidad ataca de nuevo, con su vomitivas bombillitas convirtiendo los barrios en zona kitch, y los colorines verdes, azules, morados, reflejándose en el pavimento mojado y haciendo brillar la orina de los perritos y la grasilla de los coches intermitentemente. Cada año que pasa me gusta menos la navidad. No es el tí­pico tópico de que hay que alegrarse por narices y ser bueno porque lo manda Walt Disney, lo digo muy en serio, cada año me gusta esto menos. Y la navidad contraataca engrandeciéndose y acelerando su llegada para mi espanto. Antes no empezaba nunca antes del dí­a de la Inmaculada, el 8, ahora el dí­a 1, zas, bombillazo colorido. Qué susto me di, yo que salí­a a sacar la basura y hala, me topo de narices, un año más con el enemigo. De repente la calle se llenó de papanoeles diciendo jo jo jo, de mujeres que olí­an a chaneles y cartieres, fragancias que se dice ahora, de caballeros calvos vendiendo loterí­a del gordo, de reyes trayéndote corbatas y jerseises de hipermercado, de juguetes destripados, de platos llenos y pastillas de antiácido, de anuncios, de anuncios, de anuncios…
La navidad es como la guerra pero al revés. En la guerra te obligan a ser malo y en la navidad a ser bueno. ¡Pero te obligan! ¡Hay que ser feliz, que ya toca! ¿Y si no quieres, eh? Que comas, que bebas, que rí­as, que te diviertas, y pon buena cara o te mirarán como al aguafiestas. Y hay que vestirse, hay que ponerse el uniforme, lo mismo que los soldaditos, el uniforme navideño: el pantalón que no sea vaquero, la bufanda de tí­a Eduvigis, los guantes que te regaló la suegra a mala leche (esos de lunares), la camisa de las que se planchan, y la trenca ¡que no me pongo abrigo, coño, que no me lo pongo!… trenca y no se hable más.
-¿Y esta señora que me besa quién es?
– La tí­a Paquita, disimula, que te va a oí­r.
– ¿Ya estaba antes así­ de gorda? ¿Y esos niños pijos?
– …Son tus primos, bobo.
– ¿Siempre han sido así­ o sólo desde que acabaron la carrera? ¿No iban sin afeitar y decí­an a su padre que era un explotador?
– Se habrán formalizado.
– ¿Homogeneizado dices? ¿Oye, Juan va piripi?
– Es que le ha dejado la novia.
– Deberí­a estar contento ¿no era la que me llamaba bohemio?
– Pues está triste, y te llamaba otra cosa, cuando no la oí­as.
– Celebro no saberlo. ¿Otra vez cava catalán del carrefur? ¿Y turrón de ese que te enladrilla los dientes? ¿Dónde están los langostinos? Los langostinos son un plato seguro, yo en cuanto hay más de media docena de cosas en la mesa voy a los langostinos, por lo menos hasta que veo las caras que ponen los demás cuando van picando aquí­ y allá. No corro riesgos ni maratones. ¿Huy, quién es la que va enseñando las tetas?
– Tu futura cuñada.
– Bueno, no todo iba a ser tan malo. …¡Ay!