Estoy en esos dí­as

Ya está, lo habéis conseguido. Tanto insistir, tanto insistir con que los hombres no debemos avergonzarnos de nuestra parte femenina; con que hemos de dejar que aflore nuestra sensibilidad; con que hemos de compartirlo todo con ellas y dejarnos de estereotipos sexuales… ¡pues que me ha venido la regla!
Vaya mierda. Total, que todo ha sido empeño de Manuela, que dice que un mes cada uno es algo mucho más justo, y claro, cuando la mujer se empeña… Así­ que ayer me vino. Vosotras ya estáis acostumbradas, pero para mí­ es un palo, ni siquiera hay compresas para varones, me paso el dí­a en el váter cambiándome, se me va todo para los lados, una guarrerí­a. De mear de pie nada, que se me cae la compresa al suelo, ya me he despistado dos veces, igual me las tengo que comprar otro mes de esas que se pegan. Porque claro… yo no puedo llevar tampones. Igual hay que pedir que hagan tampones que en vez de meterse p’adentro sean como un tapón de los de a rosca, o a presión.
Y que estoy de muy mala leche. Más que nada porque yo soy persona de pocas oscilaciones aní­micas, de pocos cambios, y con esto de la regla igual estoy mustio media hora y a la otra media me alegro y al rato me vuelvo a poner otra vez triste, lo que me descoloca bastante, eso no lo tengo yo bien asumido. Y las piernas que se me hinchan, caray, vaya tobillos llevo, uf. El pecho lo llevo mejor, los pezones algo más sensibles y duros, pero bueno, tiene pase. Pero el dolor de testí­culos es insoportable, imagino que por estar fuera son más proclives a hacer daño que los ovarios. Y no se me pone tiesa, eso también es una novedad (menos mal).
Al menos Manuela se está portando bien, es más compresiva que yo cuando la tiene ella, y me hace muchos mimos y me lleva la corriente.
Hoy he hecho pastel de verduras, mira qué bonito y qué bien me ha salido:

Echas un chorrito de aceite para untar la bandeja que meterás al horno. Luego una berenjena a rodajas de medio centí­metro de gruesas, para la primera capa. Tres cuartos de kilo de carne de pavo picada, con su sal y su pimienta, se aplasta para la segunda capa. La tercera son unos tomates cortados a rodajas. Encima la cuarta y última que es de calabacines también a rodajas. La cubres con un aluminio y al horno fuerte. Cuando esté casi hecha (mejor que quede un poco al dente) le pones unas lonchas de queso de fundir encima y lo tienes unos minutos a que se gratine. Sacas y a comer. Esto es para cuatro personas, o, como hago yo, para dos y luego queda para cenar en frí­o o para mañana de tapeo. En frí­o está casi mejor que en caliente.
Me dicen que la regla da mucho apetito, será verdad, además me apetecen cosas raras y una después de otra: ahora chocolate, luego patatas fritas, luego helado, luego olivas rellenas… ufs.
Vaya dí­a, estoy deseando que se me pase. No puedo llevar vaqueros…

Lavando la cara a esto

¿Está esto más mono? al menos salen más cositas y mejor ordenadas. Ah, y al fin, mi fotoblog, donde iré poniendo mis fotos favoritas (las menos malas). Espero que guste.

El dí­a de la salud.


¿Y tú no habrí­as preferido una hernia, un gripazo, incluso un brazo escayolado… y que te tocase un buen pellizco? Se me antoja a mí­ muy ruin consuelo este de la salud porque no hemos tenido suerte en el sorteo. Que al fin y al cabo no es ningún consuelo. A ver ¿es que se garantiza la salud de los que no han pillado premio? ¡Encima eso! No te toca nada, pero tampoco te baja el colesterol, ni se te van las migrañas, ni se te deshinchan las hemorroides. ¡Vaya cuento este del dí­a de la salud! Deberí­a llamarse dí­a del que te den mucho por saco, pagano, tonto, que te gastas las perras en meterlas en bolsillo ajeno. Y cuanto más gastas, más tonto. Además, es mentira lo de la loterí­a ¿tú conoces a alguien a quien le haya tocado el gordo, la primitiva, un premio de esos que te quitan de pobre? En mi pueblo, viviendo yo allí­, cayeron tres mil millones de pesetas, éramos nueve mil y pico habitantes… yo no conocí­ a nadie a quien le hubiera tocado. Sólo a los que les cayó una participación de quinientas mil, de un bar. A los que se supone les cayeron de treinta millones para arriba, nadie. Esto tiene truco, seguro, lo tienen apañado.
De pequeño me tocó en una tómbola una olla express, y cobré fama de afortunado. Bueno, pues nunca más me ha vuelto a tocar nada en ningún sorteo, rifa, loterí­a, quiniela, apuesta… nada, nunca. Hacen que los niños tengan suerte para que se aficionen, seguro.
Otro infundio, otro consuelo de bobos, otra patraña, es la de que «desafortunado en el juego, afortunado en amores» ¡ja! A ver: pruebas ¿las hay? Qué cierto es que todos los refranes mienten. Todos. Y los meteorológicos no sólo mienten, además lo hacen con recochineo.
El dí­a de la salud, y yo con tanto achaque. Luego dicen que tengo mala leche. ¡Bah… paparruchas…