Maestro


++PC+ yo asisto a clase
++PC el estudiar se lo dejo pal profesor q le ace mas falta
++PC xD
+@Sylviaa jajajajjjaaaaa
+@Sylviaa prepotente
+@Sylviaa como todos los jovenes
+@Sylviaa aissssssssssssss
++PC Sylviaa q verdad joe… q no tiene ni idea
++PC :\
+@Sylviaa es posible PC
+@Sylviaa de todo hay
++PC jeje
+Oz …es lógico
+@Sylviaa que eslogico OZ
+Oz estaba pensando, meditando
+Oz y sí­, es lógico lo que dice PC
+@Sylviaa si Oz lo es en muchos casos
+Oz al fin y al cabo, los alumnos han de saber más que el profesor
+Oz es lógico
+Oz no, en muchos casos no, siempre
+Oz si los alumnos supieran menos que el profesor… la ciencia serí­a cada vez menor en el mundo
+Oz irí­amos p’atrás
+Oz se desaprenderí­an cosas
+Oz cada vez sabrí­amos menos…
+Oz y es al revés
+Oz luego: el alumno sabe MÁS que el profesor
+Oz es lógico
+@Sylviaa pera oz
+@Sylviaa que me perdi
+Oz …es que es pa nota
+Oz filosofí­a profunda, vamos
+Oz dura

Oficios de hoy

Tras disertar sobre aquellos oficios, la mayorí­a hoy desaparecidos, veo que le han cedido el turno a otros de nuevo cuño, pero quizá quienes se dediquen a estos o aquellos sean la misma especie de gentes. Pero investigar, o aun pensar en eso, serí­a meterme en profundidades que me niego a sondear.

El butanero
El más antiguo y quizá el más esforzado de todos. El butanero es un mozo fornido, acostumbrado a manejar las bombonas con suficiencia y desparpajo. El butanero es un ser mí­tico que va de puerta en puerta satisfaciendo la lujuria de las amas de casa y, encima, se lleva una propina. Además deja el camión mal aparcado y parece que los guardias le den bula, porque piensan que tiene disculpa con ese quehacer suyo.

El patatero
Es el camionetero por excelencia, con su camioneta llena de sacos de patatas y su altavoz, va pregonando a tanto la bolsa y a tanto el saco de patatas por los barrios populares de las grandes ciudades. Es adalid de la venta sin intermediarios, aunque tiene el inconveniente de que allí­ deja a la señá Marí­a con un saco patatas de treinta kilos, en una esquina, que baratí­simo, oiga, pero a ver cómo lo mueve.

El motorrepartidor
Trabaja por cuenta ajena transportando las comandas de los niños de familia pija, los solteros cerriles y las parejas que vuelven a casa y se dan cuenta de que no tienen cena. Coinciden en llegar siempre mucho más tarde de lo que avisaron y con la comida frí­a y la bebida caliente, llaman a la puerta de al lado despertando al vecino guardiacivil y a su criaturita de cuatro meses, se les ha mojado la caja de cartón aunque no llueva, y cuando vas a abrir la cocacola, salta manchándote las paredes como si hubieras metido la lata en la lavadora. Exige propina, sabe dios por qué… Continuar leyendo «Oficios de hoy»

Monarquí­a, venga monarquí­a.


Pues yo estoy plenamente a favor de la monarquí­a y los monarcas. La realeza, las realezas, las majestades, altezas serení­simas, condes, duques, barones, austrias, borbones, fitzjames, albas, grimaldis y lo que me echen. Son utilí­simos. ¿Y por qué? Por su propio ejercicio de cocineros de sus habas. Si no viéramos a las mocicas esas de Mónaco hechas unas putarrancas (y el hermano perdiendo aceite) ¿qué opinarí­amos de la nobleza? Sin duda que es una institución meritoria que hemos perdido. La existencia de unos reyes es el mejor método, el único quizá, de que no haya un partido monárquico, de que no haya en el pueblo instintos o apetencias hacia lo aristocrático. Hoy vemos duques drogatas corromper menores y acabar esnifando la cal de las paredes de la cárcel, sic transit gloria mundi. Y eso es bueno. Hoy le oí­mos el gangueo al borbón y a su vástago, aunque el vástago seguro que ha ido a un logopeda. Y le hacemos chistes. Hoy todo el mundo comenta si estuvo liado con fulana o mengana y que no se habla con su señora ¡como en las mejores familias! La hija mayor se casa con uno que le da al paralí­s, lo mismito que le pasó al zapatero de mi calle. La de en medio con un chico vasco muy majo él, de buena familia y no hacen más que procrear, mira tú qué sencillitos. Y ahora el chico con la del telediario. Este no necesitará hacer escapaditas de noche con la amoto, tiene buena hembra, y además el niño ha vivido, ya es talludito, y ha triscado aquí­ y allá. Esta chica es culta, habla inglés y tiene buenas tetas, qué más puede pedir. ¿Que está delgadita? Bueno, ya dice una jota de mi pueblo: «Cuando te busques mujer / que sea limpia y delgada / que el tiempo se encargará / de volverla gorda y guarra». Cualquier dí­a le hace una tripa y se pondrá muy hermosa ella. ¿He dicho ya lo de las buenas tetas? Ah, sí­. Sigo. Cuando lo de Franco todo el mundo iba y vení­a a vueltas con el rey, el de entonces, que ni era rey ni nada, y que viví­a en Estoril. Que si iba a hacer esto o aquello, que si los monárquicos iban a conseguir tal o cual, que si las presiones de la iglesia… ahora que están en el trono todo eso se ha quedado en na, les vemos estozolarse esquiando o caerse de morros en el yate y nos damos cuenta de que son unos piltrafillas, como cada quisque. Y eso sin tener que ir a ejemplos más evidentes y penosos, como los paripés que tienen en la grande Bretaña dí­a sí­ dí­a también la reinona, el orejas, la de la cara caballo, el mayordomo maricón, los hijos drogadictos… nunca nadie ha hecho tanto contra la institución monárquica como los monarcas. Dios nos los guarde muchos años.
Qué tiempos aquellos en que uno miraba a los ojos a Abderramán III y te cagabas pata abajo. Aquello sí­ era inteligencia y nobleza. Entonces sí­ se comprendí­a la majestad. Estos son unos mandrias, y en cuanto a que si nos cuestan perras, bah… el chocolate del loro, nos cuestan más un par de aviones de esos que matan mucho, y no dan tanto juego.

Ultimatado


Me acaban de ultimatar. Estaba yo tan tranquilito ante mi pecé y resulta que a mi Manuela va y le da por despejar el sofá de todo lo que tení­a encima. Allá van los chubasqueros, la camiseta esa que tení­a desaparecida, cosas y más cosas… y de repente me veo con una torreta de libros en el regazo, y con que me suelta con su más delicada voz de cabo furriel: «Y no quiero ver un libro más en esta casa hasta que no pongas unas estanterí­as» Salieron detrás de ella como unos ángeles justicieros espada flamí­gera en mano y largas trompetas, pero no les dio tiempo a soplar, la brevedad y concisión del discurso fue como el chissss pun de un cohete. Glups. Yo de bricoler que dicen los franchutes… si tengo problemas para cambiar una bombilla, y suelo escachuflarme las yemas en cuanto agarro un martillo. ¿Y qué tiene de malo que haya un montoncito de libros aquí­ y allá? Si adornan la mar. Pero ya se me ha ocurrido una ida brillante. Sé que la mayor parte de la gente no lee. Nunca. Punto. Qué es eso de leer, amos, anda. Pero sí­ que tienen libros en sus librerí­as, de adorno, entre figuritas de Lladró y fotos de la parentela. Es más, algunos cuando compran la librerí­a ya encargan medio metro, o noventa centí­metros, o lo que sea menester, de libros bien encuadernados, que viste mucho. Pues bien, yo voy a alquilar a los vecinos estos espacios. Será el parking-biblioteca. Ellos me guardan mis libros y de paso pueden presumir ante las visitas de que son gente leí­da. Eh, qué tal. Lo he hablado con la vecina y ya me ha dicho que sí­, que faltarí­a más, y que si tengo un libro que se llama «la cama sutra» que se lo han recomendado sus amigas porque si se pone en una librerí­a va bien la vida conyugal. Que si es algo de budú, dice.

Las mujeres son sabias


-¿Y esa llave inglesa encima de la mesa del comedor?
-Ah, es la que uso para sujetar el libro y poder leer mientras como.
Claro, ya sé que no es muy corriente tener una llave inglesa sobre la mesa del comedor, pero viene bien para eso y así­ no necesito un atril. Claro, eso no puede ser más que en una casa de soltero, en una casa con mujer serí­a algo impensable. Porque, desengañémonos, nuestras casas, amigos, esas casas que compartimos con ellas, a las que amamos, a las que entregamos nuestro corazón, no son nuestras, son de ellas. Ellas son las que dicen dónde van los muebles y qué muebles. Ellas eligen el color de las paredes (sí­, ya sé que siempre preguntan, pero no es para saber qué quieres tú, sino para reafirmarse en tu mal gusto). Ellas eligen visillos y cortinas. Ellas llenan de pañitos cada rincón vací­o de los muebles. Ellas colocan el ajuar en los armarios de la cocina y las habitaciones, cada cosa en su sitio. En «su» sitio, y «su» sitio es el que ellas dicen y eso es una verdad indiscutible, como la santí­sima trinidad, como el verbo que se hizo carne y habita entre nosotros. Ellas dictan la disposición de las cosas en el hogar y marcan la raya entre lo malo y lo bueno. Cierto que los hombres somos como somos y nos dejarí­amos caer en la desidia. Soy buena prueba de ello, sé cómo tení­a la casa. Pero las mujeres no admiten término medio. No, la casa no puede estar a mitad de camino entre como la quiere ella y como la dejarí­a él, no: la casa ha de estar como quiere la mujer. Como dios manda. Viven con el fantasma del mayordomo de la tele con su algodón pringado de polvo atormentándolas en sus pesadillas. Yo reivindico un término medio entre los chorros del oro de la mujer y la cuadra llena mierda del hombre. ¿Por qué la casa ha de ser territorio exclusivo de la mujer, eh? Pues porque las mujeres son sabias, y tú eres un bruto y un trogolodita.
Las mujeres son sabias, en serio, lo digo en serio. Tienen una ciencia que al hombre se le escapa y que consiste en atinar, como la cosa más sencilla, en cuestiones que al personal masculino dejan perplejo. Sin duda, la mujer está más anclada a las cosas de la tierra que el hombre, más volátil y espantadizo. Yo nunca sé qué cenar, en cambio mi mujer echa un vistazo en la cocina y zas, en un santiamén prepara algo rico rico y con fundamento como el Arguiñano. Cuando el hombre va, la mujer ya ha venido. Si yo no sé qué hacer este fin de semana, mi mujer tiene siete ideas. Si no sé dónde ir de vacaciones, mi mujer se debate entre cuatro destinos distintos a cuál más atractivo. Continuar leyendo «Las mujeres son sabias»