El ejercicio del músculo

Que el músculo que no se ejercita se atrofia es cosa bien sabida, pero no sólo los músculos fí­sicos cascan con el desuso, sino también los mentales. En la oficina una vez me puse a recitar y alcancé setecientas y pico cuentas de clientes, con su código, los quinientos números de teléfono más usados, y fui capaz de identificar por su dni doscientos clientes. El caso es que desde que hay teléfonos móviles no recuerdo ni un número. ¡Claro, para llamar a mi mujer ya no tengo que poner un número, pincho donde dice Manu y ya está! ¡El chisme moderno nos priva del ejercicio mnemotécnico!
Los niños en la escuela se resisten a aprender cálculo ¿para qué, si se hace tan fácilmente con una calculadora? Cada vez necesitamos recordar menos cosas, tenemos agendas electrónicas que nos dicen los cumpleaños, calculadoras que nos calculan las hipotecas (no necesitas ni saber la regla del interés simple), llamamos por teléfono marcando cosas como «movil mama», mandamos correos electrónicos mirando la agenda de contactos… pero se nos atrofia la cosa esa… cómo se llama… eso de que piensas algo y se te enciende una bombillica y te acuerdas…

En fin, que hay un invento que todaví­a no ha llegado, y claro, lo he tenido que hacer yo con estas manitas, porque ya estaba bien de no saber dónde tenemos los coches. Claro, cada dí­a aparcándolos en este barrio que aunque sean cuatro calles te vuelves loco dando vueltas, y luego no sabes si lo has dejado delante de la farmacia o eso fue ayer… ¿o anteayer?
Así­ que lo solucioné con este nuevo invento, el aparcadespistógrafo, que, como veis, es tan fácil de usar. Se pega en la nevera y sólo hay que cambiar un imancito de sitio y ¡vualá! ya sabes dónde coño dejó ayer el coche mi marido.

Creo recordar vagamente que habí­a algún otro músculo también muy dañado por el desuso…

Izquierda nacionalista

¿Tiene algún sentido ser de izquierdas y nacionalista? Yo no se lo encuentro, es más, me suena a contradictorio, se supone que la polí­tica de izquierdas propone precisamente la atenuación, cuando no la desaparición de las naciones. Las naciones, que tuvieron su origen en las diferencias geográficas, y que eran algo tan lógico, en estos tiempos de la desaparición de fronteras (o de otras nuevas no geográficas), de las empresas multinacionlaes, de las comunidades nacionales, van perdiendo su sentido.
Muchas veces se ha escrito que gran parte de las guerras han tenido un origen religioso, o de clase, pero sobre todo, la mayorí­a de las guerras han tenido su origen en los diferentes intereses nacionales.
La izquierda, la mentalidad polí­tica liberal, socializadora, igualitaria, ha de perseguir la abolición de las naciones, como última barrera diferenciadora entre las personas. Y los polí­ticos que hacen su cosecha de votos y de adeptos al grito de «nuestra nación» o no son de izquierdas, o tienen un mensaje tan flojo que si realmente lo pusieran por delante de la llamativa propaganda nacionalista (que siempre tiene su tirón por su contenido rebelde) no se comerí­an un rosco.
Yo desconfí­o de los que buscan la independencia de unas naciones con respecto a otras, en vez de trabajar sobre todo por la independencia de las personas con respecto a otras.