https://youtu.be/8_hU71hZb5s
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
estaba la plancha.
¡Cuántas camisas que da pena verlas,
y los pantalones que no tienen raya!
¡Cúantas sábanas hechas un gurruño
habrás vuelto a poner en la cama!
¡Ay! Pensé, cuántas veces la arruga
me has dicho que es bella. Me engañas.
Cualquier día te pego un berrido
y un ¡Coño, levántate y plancha!
Tomás Galindo ©