una mujer, varias mujeres


mujer con prisa
mujer rubia con lazo negro en el pelo
mujer de luto
mujer pintándose los labios con un espejito de bolsillo
mujer hablando al oí­do de otra mujer
grupo de mujeres cenando en una trattorí­a
mujer vieja pintarrajeada
mujer desnudándose
mujer desnudándose lentamente
mujer insomne oyendo llorar al hijo de alguna vecina
mujer conduciendo un auto
mujer del brazo de un soldado
él es su hijo
mujer con alfileres en la boca
mujer probando un guiso
mujer cansada
mujer palpándose un pecho
mujer tendiendo ropa de hombre
canta por lo bajo una canción que no acierto a distinguir
mujer con collar de perlas
algunas mujeres en la antesala de un médico que evitan mirarse
mujer que vuelve a casa despintada y rota
mujer que se sabe observada arreglándose el pelo
mujer con pañuelo en la cabeza
varias mujeres que van a misa
mujer con gabardina en la cola del autobús
es muy temprano y hace demasiado frí­o para ir con esos zapatos
mujer con una caja de bombones
mujer amamantando
mujer con gafas
mujer mirando el escaparate de una floristerí­a
mucho rato
mujer junto al teléfono esperando una llamada el dí­a de su cumpleaños
mujer junto al teléfono simplemente
mujer entrevista fugazmente cerrando una puerta
mujer mirándose al espejo y preguntándose si gustará
mujer escribiendo una carta
mujer
mujer mirando el reloj
Tomás Galindo ®

Merovingio

los merovingios el adverbio las lentejas
de esaú la equis los pueblos más importantes
de castellón nules morella
el cura alto y huesudo de espaldas
a la pizarra negro contra negro
una calva clerical de tiza
burriana benicarló
detrás de mí­ los dos garcí­as
hablando por lo bajo de la hermana
de alguno que ya tení­a tetas
tetas sí­ señor ví­ver segorbe lucena
y de repente
un chirrido de tiza en los cogotes
erizados despertando al aula
los números gimen de saberse
malditos para las tardes de otoño
san mateo y vinaroz
y dime en qué parábola vuelan los balones
y dime en qué sueño de niñas
con nacientes tetas reside la equis
y si los merovingios no merecen ya
de una puta vez ya
ser olvidados
y dónde dime dónde recuperar
las horas de rosarios y dónde
mi cadáver muerto a los catorce
comido por el lupus lupi lupum hundido
en los afluentes del ebro por la izquierda
y dónde yazco o yago indiferente
al pecado mortal que me condena
pero no
a lucy en el cielo con diamantes
ni a marisa
que me traí­a soles verdaderos arena
helados de limón y pollo frito
y me pintaba extrañas siluetas en el margen
de la geografí­a de cuarto de edelvives
el cura alto huesudo y agorero
me decí­a que así­ como me va
así­ precisamente
…me irí­a
Tomás Galindo ©

LA MUERTE (Poemas en oferta)


La muerte no hace distingos
La muerte a todos iguala
La muerte trabaja los domingos
La muerte… mira que es mala…
Está uno toda la vida
viviendo a todo vivir
y cuando empieza a salir
la cosa algo divertida…
¡que te tienes que morir!
…qué jodida.
Lo que me sabe muy mal
no es morirme solamente,
sino el que aquí­ quede gente
y que todo siga igual.
¡Yo que me creí­a tanto,
tan genial e irrepetible!
Qué de gente imprescindible
se apila en el camposanto…
¿Y si tení­an razón
los curas con el infierno?
¿Y si voy al fuego eterno?
¡Joder, vaya situación!
Porque yo no sé qué espero
para el dí­a que me muera,
igual voy a la caldera
del señor Pedro Botero.
Yo lo que saco en concreto
es que morirse da miedo
y hasta que pase, me quedo
aquí­ con el culo prieto.
¡Pero lo peor que tiene
es que te avisa la aviesa!
Pero luego cuando viene
siempre coge de sorpresa,
porque nunca es buen momento
siempre te chafa un buen plan;
si estás comiéndote un flan;
cuando estás bailando un lento
en la disco si has ligado;
En un viaje del inserso;
o cuando estás inspirado
y justo en mitad de un ver

Mentira


Miente el rico en lo que oculta,
el maestro en lo que enseña,
y no mentira pequeña,
que es mejor si más abulta.
El mudo miente por señas
y la tierra cuando gira,
mentira.

Miente el médico que sana
a quien nada padecí­a.
Miente quien peca y expí­a
para así­ pecar mañana,
y el que se da con mas gana
golpes de pecho sin ira,
mentira.

Por su honra indiferente
miente también a menudo
quien no se dice cornudo
y no pasa bajo un puente,
haciéndose el inocente
si la hilaridad inspira,
mentira.

Miente la mujer que clama
para su virtud socorro,
cuando perdió aquel engorro
no se sabe ni en qué cama
el año que Cristo el gorro,
y hoy por su honra suspira,
mentira.

Miente el marica coqueta
su condición femenina
cortándose la minina,
y metiéndose en las tetas
silicona de la fina
que le oprimen si respira,
mentira.

Miente el juez cuando es untado,
el santo cuando es ungido,
la mujer que se ha vestido
por haberse desnudado,
y aquel que el gasto ha pagado
pues es suyo lo que tira,
mentira.

Miente en su féretro el muerto
que ha dejado desolada
a su viuda bienamada,
cuando, de hecho, es más cierto
que está el velorio desierto
mientras la herencia retira,
mentira.

Miente el fornido galán
que enloquece a las mujeres
y presume de quereres.
Miente el fornido galán,
y miente… mientras le dan.
Y todos los que vivimos,
mentimos.
Tomás Galindo ®

carmí­n


me diste un beso y me dejaste
una mancha carmí­n en la mejilla
la gente me miraba y sonreí­a
creí­an que no me daba cuenta
y los que no se daban cuenta eran ellos
* * * Oz ®.