si sabe a mar tu piel

si sabe a mar tu piel a mar tu boca
mediterráneo afán de mis sentidos
si tienes oleajes escondidos
y mareas debajo de la ropa
si nunca de unos pechos florecidos
hubo noticia en las viajeras algas
ni asomaron dos islas como nalgas
su esférico horizonte estremecido
nunca se vieron por aquí­ corales
igual que tus pezones encendidos
ni hubo faros de luz esclarecidos
como alumbran tus ojos a raudales
dónde supieron muslos el ser peces
dónde se harí­a anguila tu cintura
dónde aprendió la sal a dar dulzura
dónde te vuelves ola algunas veces
que vienes y que vas y zarandeas
mi corazón en tierna singladura
siempre atracado a ti con la segura
protección de tu seno en las mareas
calma ensenada donde el alma arribo
bahí­a en la que el corazón fondeo
es tu abrazo de océano y deseo
la sola compañí­a que recibo
oh lí­quida mujer de espuma y onda
si de las caracolas los sonidos
devuelven el rumor de tus latidos
si no vuela gaviota que responda
a la brisa marina más airosa
que tu melena al viento que levanta
cuando el levante canta que te canta
a la palmera vuelve rumorosa
así­ te quiero amor no silenciosa
como suena la mar en la rompiente
siempre la misma voz y diferente
así­ te quiero amor esplendorosa
relumbrando con brillo de delfines
enjoyada de perlas y de escamas
te proclamas sirena y te proclamas
hermana de los peces saltarines
te pintan en el cuerpo su acuarela
los azules los verdes y los blancos
se borda el horizonte en una vela
rasea el alcatraz vuela que vuela
y en el fondo galopan hipocampos

Tomás Galindo ®

Palabras

Son solo golpes de aire
no cincelan la piedra
no marcan a fuego piel alguna,
apenas salen viajan y se extiguen,
son vaho en el cristal,
onda en el agua.
Aquel que las pronuncia no dispara,
son blandos proyectiles con ventosa
que apenas juegan a salvar distancias.
Y no mojan, ni nutren, ni calientan,
te llegan y resbalan y se caen,
no hacen ni charco entre los pies
y los papeles.
Solo las salva escasamente a veces
esa dulce blandura de las pieles
dejándose horadar por los afectos
que penetran, que abonan, que fecundan
y que se vuelven vísceras y sangre.
Aquí se quedan a vivir contigo.
Son la mirada puesta en pie
que te regalo.

T. Galindo ©