ciegos y sordos y sin manos
que palpen lo cercano
cantamos sin hacer caso de presagios
como los juglares ante el año mil
no conoce nuestra frente la ceniza
y antes dispuestos al desnudo
que a vestirnos de saco
nos enjoyamos de lluvia y nos pintamos de arco iris
porque todas las balas son pardas
y la sonrisa carmín
y adictos a la alegría necesaria
a la locura imprescindible
al amor irrefrenable
y a ver volar los pájaros
somos la sal y la pimienta
la flor en el pelo y el silbo del caminante
no queremos
que no nos quieran
no compramos nada que se venda
cambiamos un dios todopoderoso
por otro que pueda menos pero quiera más
no pensamos aclarar el misterio de la vida
porque no somos tan listos
ni esperamos nada
porque tampoco somos tan tontos
no creemos en ninguna de las verdaderas fes
porque nos da la risa
y desconfiamos de los dioses porque no tienen amigos
y a pesar de la piedras y los palos
de las espaldas vueltas
y los pulgares hacia abajo
a pesar de látigos y rejas
de relojes y autobuses
de los uniformes y la lógica
estamos firmemente asentados
en la arena movediza de los sueños
anclados a las nubes con forma de animales
y abrazados los unos a los otros
se nos ve por parques y jardines
con perros y con niños
se nos ve a la tarde del brazo de un viejo
o charlando de noche con pobres putas y poetas
se nos adivina tras la narizota del payaso
sobre el caballo del tiovivo
bajo la chistera del ilusionista
delante del escaparate de los pollitos y los cachorros
se nos distingue enseguida por los ojos grandes
por la mirada inquieta
por la sonrisa franca
por el bolsillo vacío
porque llevamos a un niño de la mano
con un globo azul
y nos reconocemos por el aire
nos guiñamos el ojo
nos besamos las mejillas
somos los esforzados optimistas
las gentes sencillas
los buenos contumaces
buenamente empeñados
en cundir con el ejemplo
y en conseguir que
día a día
se mueva el mundo
Tomás Galindo ©
Un guiño, poeta.
Este poema es innegablemente tuyo.
Oye, la radio cansa.
YA TE HE HECHO CASO. EN CASI TODO.