Nada como un pueblo en fiestas,
los mozos llevan pañuelos,
las chiquillas peripuestas
bailando con los abuelos,
Petardos, charcos de vino,
concejales de baturros,
y a los viejos del lugar
les dan chocolate y churros
(los demás han de pagar).
Un batallón de muchachos
se estrenan como borrachos.
Hay torneo de guiñote,
carreras en calzoncillo,
y dos picos con bigote
que mandan del cuartelillo
sólo para que se note,
hay pasodobles y jotas,
rancheras y reguetón,
misa para las devotas,
vino con melocotón,
Cupido con su flechazo
a mozas que se reprimen
y otras que dejan el himen
en el clásico ribazo,
hay colas en el retrete
títeres pa los pequeños
y todo el mundo se mete
con los tontos madrileños.
El domingo tras la misa
todos a coger el coche
porque tienen mucha prisa
y cuando se hace de noche
quedan los cuatro vecinos
aliviados y mohínos.
T.G. ©