Guí­a del lector


Lo primero que se necesita para hacerse lector es tener un libro. Yo tengo uno, pero tú quizá no tengas, en ese caso lo que te recomiendo es que pidas uno prestado. La gente que compra libros no suele ser muy lista, así­ que seguro que encuentras algún pardillo que te preste, jajaja, uno. Hay quien se ha hecho bibliotecas muy respetables (y variopintas) con este método. También los hay que van a la librerí­a del corti con un libro gordo gordo y muy sobado, pero que por dentro está vací­o, y meten dentro los libros que van pillando, pero este método es más propio de escritores que de lectores. Aquéllos siempre han tenido menos escrúpulos. Pí­delo de risa, de polis, o de alguien que hable mal de alguien. Esos son los que se leen con mayor facilidad, y vienen bien para empezar. Entre los útiles más …eso, para la lectura se encuentra el punto o guardahojas, que es una tarjetita que te regala alguien muy cursi, con versos y florecillas, y que sirve para saber que vas por ahí­ cuando te quedas sopa leyendo (tomad nota de esto también como regalo socorrido, fino y barato). El cojí­n también es muy recomendable y de múltiples usos, ora para asiento de cabeza, o de lo otro, o para recostarse y apoyar el libro. Los libros gordos se llaman mamotretos, de estos no leáis, que pesan mucho y sólo dicen cosas antiguas. Yo una vez leí­ uno de medicina y hablaba de la lepra, la sarna, la tiña, el moquillo y cosas así­. Son mejores los libros de bolsillo, porque se pueden manejar con facilidad. Los libros gordos suelen abrirse bien, porque van con hilitos, pero si te encuentras con un libro de los que van pegados con pegamento y cuesta mucho esfuerzo mantenerlo abierto, lo mejor es ponerlo en el suelo abierto boca abajo y pisarlo, así­ ya se queda abierto con facilidad. Algunos libros llevan dibujos, ojo, si coges uno de esos, déjalo, que es para niños, y si te ven leyéndolo vas a quedar como el culo. Si ya has empezado a leerlo y no lo puedes dejar, usa el método del intelectual: vas a una librerí­a y mangas la cubierta de un libro de los de intelectuales, uno de Javier Marí­as, o Juan Manuel Prada, o alguien igualmente sesudo (puedes preguntar a la señorita de gafas de culo de vaso que está en la mesa del fondo comiéndose un lapicero). Una vez armado con la cubierta del libro para intelectuales, se la colocas por fuera a «El pequeño Vampiro» o lo que sea que estés leyendo. Si haces esto procura adoptar un semblante serio.
Una vez que ya tenemos, más o menos, el libro, hemos de elegir una postura. Las tres formas de leer un libro son: sentadazo, tumbadazo y espatarradazo. ¡Nunca en una silla y con el libro sobre una mesa o pensarán que estás estudiando! Siempre ha de ser en un sillón de orejas, o en un sofá, y con una o dos piernas sobre el brazo (si el brazo es de madera, aquí­ viene bien el cojí­n ¿ves?). Si vas con faldas, tienes llevar calcetines, recoger las piernas y subir las dos al sofá, o enseñarás las bragas; esto no suele quedar bien, salvo que pretendas otras cosas, pero estamos en la lectura. Tumbadazo es sobre la cama o sofá, bien boca abajo y con el libro en el suelo, bien de lado; boca arriba no porque se te duermen los brazos, o te das con un canto en la nariz al pasar las hojas. Y espatarradazo puede ser ora en la cama, ora en otro mueble, con los pies para arriba apoyados en la pared, o en respaldo. Esta postura viene bien para descansar de las otras, y para las embarazadas. El lugar donde leer el libro también es importante. Yo recomiendo el váter. Total, si no ¿qué vas a hacer mientras? Pues así­ lees. También es bueno leer en el autobús, en el metro y en el coche… siempre que conduzca otro. Es mucho mejor leer que ver el careto de sueño que tiene el de al lado en el bus por la mañana, o si vas en coche con tu marido, así­ no pasas el rato increpándole por lo mal que lo hace, ni tienes que ver cómo se saca un moco en los semáforos. Donde no se puede leer es en las bibliotecas públicas, allí­ sí­ que no, el silencio le pone a uno nervioso. Otra cosa de la que proveerse para leer es de abundante bebida, cigarrito el que use, y algo de picar, bien sean patatas fritas, galletitas o algo con lo que entretenerse, porque la lectura es pasatiempo que abre mucho el apetito. Si haces esto debes tener una servilleta a mano, para no tiznar de grasaza las páginas, que luego se pegotean. Si pasa esto debes devolver el libro, para que vean que sí­, que lo leí­ste. Un sitio muy a propósito donde darse a la lectura es en la cama. Ah, claro. ¡No lo habí­as pensado! Pues fí­jate, qué cómodo, además pasa como en el váter. Total… si no vas a hacer otra cosa mejor… Un coqueto regalo para ella, para que veas que has pensado en su comodidad, es un antifaz para no molestarla con la luz mientras lees. Con eso y un buen tubo de vaselina, qué mujer no tiene asegurada la comodidad en el lecho, hombre, piensa en ella.
Ah, los libros, los libros, cuánta utlidad en tan poco espacio, cuánto entretenimiento, qué baratos en comparación con otras tonterí­as, y lo bien que queda uno cuando dice:¿Yo? … Yo leo.
Por si os interesa a alguno, aquí­ os pongo alguno de mis más preciados volúmenes, aquellos que atesoro con mayor mimo. No se prestan.

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Polí­tica vermicular
Ganaderí­a bonsái
Entomocinegética anal
El tetrástrofo monorrimo en la canción heavy
Técnicas de taxidermia en la cirugí­a plástica
Tablas de entrenamiento cascadeur para profesores de enseñanza primaria
Crí­a comercial del nematodo
Influencia del borborigmo en la música contemporánea
Estudios sobre la democracia laxante
Meteorologí­a cartomántica
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La ganaderí­a porcina en el kibbutz
Influencias vangoghianas en la ototomí­a
Guí­a de publicaciones de las sociedades herméticas
Estudios sobre la sustitución del sufragio por la cucaña
Visión oncológica de las religiones fundamentalistas
Introducción del bushido en el márketing
Casuí­stica de asfixia oxhí­drica en recipiente manual
El ciego, visto por sí­ mismo
Teorí­a de los agujeros negros y su traslación a la hacienda pública
Eucaristí­a litomolinera
La pirotecnia en los medios de comunicación
La danza derviche en sesenta lecciones
Breve historia del derecho: del plato de lentejas al impuesto sobre sucesiones
El anópheles: técnicas de reproducción asistida
Catalunya canyí­
Biografí­a de San Jorge
Cálculo dactilar
Consideraciones a la emasculación terapéutica en la criminalidad sexual
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La música religiosa: El Morfeón
Manual de aguzamiento de vástagos de apoyatura filotelegráfica para su uso en papilionofilia
Cuadernos de poesí­a vomí­fuga
El estí­mulo a la productividad por el método del cómitre
Astrologí­a práctica
El mortadelismo electoral
Aproximación al sindicalismo coolí­ por la hipnopedia
El Mahabarata resumido
La paternidad kamikaze
Introducción a la retórica culteranista en las hordas tártaras
El cristianismo desde la barrera
Perfumerí­a massai
Colombofilia filatélica: tablas de calibrado de los matasellos
Técnicas de pugilato en pedagogí­a
Tratamiento contusocraneal del insomnio
Ensayos para una literatura mimética
100 mejores recetas de la cocina borgia
Nostradamus demostrado
Incidencia de la alopecia en la personalidad esquizoide: de Eliseo a Mussolini
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Método de adiestramiento Jezabel para perros guardianes
El jibarismo en la Enseñanza General Básica
Episodios de resonancia por buccinamiento casual en flautas traveseras y su influencia en la investigación cientí­fica.
La solución contemporizante
El comportamiento femenino
Enologí­a islámica
La expresión mí­mica en el cuaternario
Estultologí­a
La reestructuración de plantillas de empresa por el método del Zyclon-B
Ablar el temporal como técnica persuasoria
Vaticano: hagiografí­a y agiotismo
Estudios comparativos: velocidad de la luz y propagación del error
La militancia contemplativa
Manual del uxoricida aficionado
Horticultura esquimal
Lecciones de criptografí­a para farmacéuticos
El funambulismo salarial
Terapéutica venusdemiliana de la onicofagia
Guí­a Marat del baño de asiento -incompleta-
Manual houdiniano para profesores de religión
Diagnosis de la alteración psí­quica por la hepatoscopia
í‰tica sicofante
Estadí­stica crucifacial numismática
La postura del misionero
Planificación urbaní­stica en la casbah
Chino elemental
Fundamentos de la fe
Gastronomí­a etí­ope
Tratamiento de la anorexia por el método del Speculum Moris
El laberinto rectilí­neo
Iglesia y usucapión
El kindergarten jackripperista
El pensamiento anal
Tomás Galindo ®

Una respuesta a «Guí­a del lector»

  1. Me he cansado tanto leyendo el artí­culo que yo, que soy lectora empedernida, he empezado a plantearme si dejarlo de tan agotador que parece. Capto la ironí­a del artí­culo y conociéndote me pregunto… ¿alguno de los libros que recomiendas es realmente un buen libro de lectura con el que empezar cuando acabe el que ahora leo?

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