Luce un millón de verdes la pradera,
y hace estallar en refulgente brillo,
estampido esmeralda y amarillo,
la primavera, sí, la primavera,
sorprendiendo incluso a quien la espera
como yo, que otra vez me maravillo
con la malva y el lirio y el tomillo
en su dócil contienda jardinera.
Qué batallón de hormigas, qué alboroto
de ranas y cigarras, y qué foto
las cigüeñas que me han sobrevolado.
Y en medio de este manso terremoto
yo me quedo mirando emocionado
cómo cagan las vacas en el prado.
T. Galindo ©