ONCE

son jóvenes los dos
y casi hermosos
imponen un poco de tan dignos
gafas negras y bastones blancos
toc toc contra la acera hasta el quiosco
les ponen como ejemplo las comadres
y es de ley
ella es tan hacendosa
y van como pinceles
siempre sonrí­en los dos
dulcemente te dan los buenos dí­as
o las tardes
y uno que estaba triste
o enfadado por cualquier tonterí­a
siente vergüenza
al ver dichosos a los ciegos
vuelven toc toc hacia su casa
los vecinos no dejan de alabarles
son tan formales
jamás una palabra
más alta que otra se les oye
algunas noches salen
a tomar el fresco a la plaza
van toc toc a sentarse en un banco
que es tácitamente el suyo
quienes pegan la hebra con ellos se hacen cruces
qué sentido común
y qué cordura
cómo opinan de aquello
o de lo otro
con qué entereza llevan su desgracia
los domingos
es de ver a esa mujer qué bella
con un vestido alegre de colores
él tan bien afeitado
y con la raya tan bien hecha
la gente se aparta dejándoles pasar
más que por ciegos
para verles mejor
para admirarse
por la tarde
aprovechando que no están los vecinos
el ciego y la ciega
se encorren por los pasillos de la casa
se persiguen por entre los muebles que conocen
se arañan
se estiran de los pelos
se pegan bofetadas
ruedan enzarzados por el suelo
y se muerden
da igual dónde caiga el bocado
se muerden
se rompen las ropas
se ahogan
se agarrotan
y riñen como gatos rijosos
ella grita con voz enronquecida
que quiere un macho
él la agarra por los pelos
la pone a cuatro patas
y grita perra
y ella rómpeme
y él la rompe
y luego
muy luego
la boca contra la boca
el ojo ciego contra el ojo ciego
se lamen el llanto
se abrazan
sollozan como cachorros
y gimen abrazados
el aliento de él en la boca de ella
el aliento de ella en la boca de él
mezclan saliva con lágrimas
y bebiendo el uno del otro
lloran desconsolados
porque el amor es amor
no consuelo
y lloran como si no pudieran acabar
como si no quisieran acabar
y asfixiándose de tanto que se abrazan
lloran y lloran y lloran
Tomás Galindo ®