Me acaban de ultimatar. Estaba yo tan tranquilito ante mi pecé y resulta que a mi Manuela va y le da por despejar el sofá de todo lo que tenía encima. Allá van los chubasqueros, la camiseta esa que tenía desaparecida, cosas y más cosas… y de repente me veo con una torreta de libros en el regazo, y con que me suelta con su más delicada voz de cabo furriel: «Y no quiero ver un libro más en esta casa hasta que no pongas unas estanterías» Salieron detrás de ella como unos ángeles justicieros espada flamígera en mano y largas trompetas, pero no les dio tiempo a soplar, la brevedad y concisión del discurso fue como el chissss pun de un cohete. Glups. Yo de bricoler que dicen los franchutes… si tengo problemas para cambiar una bombilla, y suelo escachuflarme las yemas en cuanto agarro un martillo. ¿Y qué tiene de malo que haya un montoncito de libros aquí y allá? Si adornan la mar. Pero ya se me ha ocurrido una ida brillante. Sé que la mayor parte de la gente no lee. Nunca. Punto. Qué es eso de leer, amos, anda. Pero sí que tienen libros en sus librerías, de adorno, entre figuritas de Lladró y fotos de la parentela. Es más, algunos cuando compran la librería ya encargan medio metro, o noventa centímetros, o lo que sea menester, de libros bien encuadernados, que viste mucho. Pues bien, yo voy a alquilar a los vecinos estos espacios. Será el parking-biblioteca. Ellos me guardan mis libros y de paso pueden presumir ante las visitas de que son gente leída. Eh, qué tal. Lo he hablado con la vecina y ya me ha dicho que sí, que faltaría más, y que si tengo un libro que se llama «la cama sutra» que se lo han recomendado sus amigas porque si se pone en una librería va bien la vida conyugal. Que si es algo de budú, dice.
PARTE DE Mí
Es este enceguecido compañero
que donde llego siempre está primero,
una suerte de amigo y adversario
que me hace renegar de su locura.
Malhaya aquel placer que me procura
volviéndome los sesos al contrario.
Yo que querría ir cuerdo por la vida,
pasar por pensador y por sensato,
mas si me llama acudo sin recato
dejando mi razón comprometida;
hacerme el sordo fuera gran trabajo,
alto se le oye… para venir de abajo.
Parece chanza que algo tan pequeño
(aunque en mi caso relativamente)
aduerma la conciencia de la gente,
y por la fuerza bruta de su empeño,
en la vida del hombre y en su historia
tenga tanta potencia decisoria.
Algunas veces me parece que
doy en pensar con distinta cabeza.
A donde me encamino, me tropieza,
si tengo duda ¿me diréis qué haré?
¡Antes que mis sensatas intenciones
…lo que me salga de los pantalones!
De cuanto yo recelo, a ello se atreve,
y aunque admito que este hecho algunos días
en vez de sinsabores dé alegrías,
cuando se mete por donde no debe…
me equivoca del camino correcto,
y ya no sé si voy bien por el recto.
Así pugnamos la parte y el todo,
aquello que planeo me lo barre,
cuando yo digo so, él dice arre,
y consigo quedarme siempre al modo
del gato del refrán en reincidente,
que se escalda y se escalda en agua hirviente.
Al hombre talentoso le hace esclavo
y duele ver el cómo un hombre sabio
rabie por esta cosa como rabio.
¿Se puede ser cabal de cabo a rabo?
Feliz es la mujer, pues no lo tiene,
por ello le confirmo que… no pene.
***T. Galindo®
Desencuentro
La basca: Fenómeno ¡pasa pues!
La basca: Hosti, el guaperas.
La basca: Nene, que nos tienes nerviositos aquí esperándote, este ya se ha comido dos bolsas de cacahuetes de los puros nervios.
El chico: Qué pasa, ¿ha durado poco la misa hoy, era aburrido el sermón?
La basca: No escurras el bulto, tío, ven aquí y empieza a largar
La basca: Venga, que quedas un sábado con la rubia esa y apareces hoy a las mil, aquí se viene temprano, tío, a fichar, a dar el parte.
El chico: Pero si no hay nada que contar.
La basca: Huuuuy, este no ha mojao.
La basca: Y yo que creí que ibas a triunfar con la rubia.
El chico: Si es que cada día entiendo menos a las mujeres, coño.
La basca: ¿Qué pasó pues?
El chico: Na… cenamos en un chino y me contó su vida…
La basca: …esa quería rollito, cuando te cuentan su vida es para tener argumento en la cama.
El chico: …y es una tía maja, con sus ideas. Bien. Que si la mujer hoy, que si la educación, que si la globalización. Y yo que bien, que bueno. A mí todo eso me parece muy bien, joer, pero me parecía un examen. No veas cuando le he dicho que no pertenezco a ninguna oenegé, me ha mirado mal.
La basca: Eso es un fallo, tío, tenemos que hacernos de eso de las ballenas o alguna cosa, que si no luego nos dicen que no hacemos nada útil.
La basca: Yo soy del Rayo, macho, eso es útil, nos oponemos a la tiranía del Madriz.
El chico: Pero bien, cenando y eso bien, y luego en el concierto joer… me cogía la manita, me abrazaba…
La basca: Tío… que en esos casos le tenías que haber frotado la cebolleta, para que sopesara ¡para qué sirven los bailes si no!
El chico: Muy bien, muy cariñosa, y larga que te larga, no veas cómo larga la tía, no para, tiene argumento para cuatro documentales de la nasional yeografic… Así que yo me decía que menos mal que llevo la cajita Durex en el buga.
La basca: Si no mal rollito, mira lo que me pasó a mí con la Vane, cuando lo de la vomitona.
El chico: Pues na, luego la fui a llevar a su casa en el buga, y para ir al barrio… pasando por el parque, y la tía que si la fuente iluminada estaba muy bonita… Así que paro para mirar la fuente, los dos hablando, yo que también había visto la de Maradentro… y la tía se me pone a hablar de Maradentro y yo digo, coño, como nos liemos con esa mierda le da una angustia y no se hace hoy aquí nada. Así que me acerco, joer, la tía, con lo rica que está y con la blusa esa…
La basca: Vaya pitones
El chico:…y le planto un beso en los morros.
La basca: Olé ¿Y qué pasa… no entendió la indirecta?
El chico: Que no entiendo a las tías, coño, va y se me echa a llorar…
La basca: Hostia, la jodimos
La basca: Cuando te lloran… ufs…
La basca: Yo cuando pasa eso me las piro, tío, no quiero malos rollos, que cuanto más lloran más quieren.
El chico: Que si no la había entendido. Que si no era eso lo que quería de mí. Que se había llevado una decepción…
La basca: No te preocupes macho, si es que hagas lo que hagas siempre se van a llevar una decepción, así que para qué molestarse.
El chico: Y que si había pensado que yo no era de esos que sólo quieren eso. Pero qué pasa tía, pero de qué vas, coño, venga a miraditas y venga a acariciarme la mano y a rozarme, pero qué pasa, y ahora te echas para atrás. No me jodas.
La basca: Hostia, este con el rabo tieso y la otra con filosofías.
La basca: Siempre igual, eh, siempre igual con ellas.
El chico: Y me dice que creía que era un alma gemela, tíos, es que me desgüevo. Un alma gemela. Joder, si querías un alma gemela haberte ido con el Segis, que es de Grinpís, y escribe poesías, y lleva críos de excursión los domingos, coño.
La basca: Y tiene granos, y está gordofati y lleva gafas de culo vaso.
La basca: Macho eso es que ha detectado que eres su alma gemela cuando te ha visto el culo que sacas, y que estás cachas de gimnasio.
La basca: Asi son las tías, se fijan en un tío bueno y luego resulta que como no eres el Dalai Lama se decepcionan.
El chico: Me fui al Pachá que estaban la Vane y la Susi y estuve pensando si irme con la Vane al buga… pero joer… no me apetecía, tíos. De verdad que no me apetecía hacérmelo con ninguna, en serio.
La basca: Eso es grave, tío, a ver si te has colgao con la rubia.
La basca: Eso se te pasa en cuanto te la chupe otra.
La basca: Pero la rubia tiene que ser una pasada, tío, con esas tetas. ¿Por qué siempre las tías más buenas tienen que ser unas calientapollas, coño?
El chico: Pues tiene un culo macizo…
La basca: ¡Tíooooo, eso no nos lo has dicho!
El chico: Na, bailando, que la cogía de la cintura y la tía me lo puso en la mano un par de veces con los meneos. Fijaos si no me tendría salido. Y luego salirme con las almas gemelas. Coño, puta, cuando se me colgaba del brazo en el concierto la tía me sobaba el brazo, tíos, me lo sobaba, vamos… De verdad que a veces me pregunto si las mujeres…. ¡coño pita falta el mamón! ¡Pero qué falta si se ha tirao a la piscina…!
La basca: Qué dices de las mujeres
El chico: Que tenían que poner de esas tías como en la enebeá, que salieran bailando mientras ponen la barrera o hacen un cambio, y en los intermedios, ahí con la faldita… eso digo.
La basca: Muy bien dicho, chico.
La basca: Eres un filósofo.
Pero esto sólo es el punto de vista de él. Aquí puedes escuchar también el punto de vista de ella. Nada que ver.
Las mujeres son sabias
-¿Y esa llave inglesa encima de la mesa del comedor?
-Ah, es la que uso para sujetar el libro y poder leer mientras como.
Claro, ya sé que no es muy corriente tener una llave inglesa sobre la mesa del comedor, pero viene bien para eso y así no necesito un atril. Claro, eso no puede ser más que en una casa de soltero, en una casa con mujer sería algo impensable. Porque, desengañémonos, nuestras casas, amigos, esas casas que compartimos con ellas, a las que amamos, a las que entregamos nuestro corazón, no son nuestras, son de ellas. Ellas son las que dicen dónde van los muebles y qué muebles. Ellas eligen el color de las paredes (sí, ya sé que siempre preguntan, pero no es para saber qué quieres tú, sino para reafirmarse en tu mal gusto). Ellas eligen visillos y cortinas. Ellas llenan de pañitos cada rincón vacío de los muebles. Ellas colocan el ajuar en los armarios de la cocina y las habitaciones, cada cosa en su sitio. En «su» sitio, y «su» sitio es el que ellas dicen y eso es una verdad indiscutible, como la santísima trinidad, como el verbo que se hizo carne y habita entre nosotros. Ellas dictan la disposición de las cosas en el hogar y marcan la raya entre lo malo y lo bueno. Cierto que los hombres somos como somos y nos dejaríamos caer en la desidia. Soy buena prueba de ello, sé cómo tenía la casa. Pero las mujeres no admiten término medio. No, la casa no puede estar a mitad de camino entre como la quiere ella y como la dejaría él, no: la casa ha de estar como quiere la mujer. Como dios manda. Viven con el fantasma del mayordomo de la tele con su algodón pringado de polvo atormentándolas en sus pesadillas. Yo reivindico un término medio entre los chorros del oro de la mujer y la cuadra llena mierda del hombre. ¿Por qué la casa ha de ser territorio exclusivo de la mujer, eh? Pues porque las mujeres son sabias, y tú eres un bruto y un trogolodita.
Las mujeres son sabias, en serio, lo digo en serio. Tienen una ciencia que al hombre se le escapa y que consiste en atinar, como la cosa más sencilla, en cuestiones que al personal masculino dejan perplejo. Sin duda, la mujer está más anclada a las cosas de la tierra que el hombre, más volátil y espantadizo. Yo nunca sé qué cenar, en cambio mi mujer echa un vistazo en la cocina y zas, en un santiamén prepara algo rico rico y con fundamento como el Arguiñano. Cuando el hombre va, la mujer ya ha venido. Si yo no sé qué hacer este fin de semana, mi mujer tiene siete ideas. Si no sé dónde ir de vacaciones, mi mujer se debate entre cuatro destinos distintos a cuál más atractivo. Continuar leyendo «Las mujeres son sabias»
Oído
Lo malo de no poder quitarse las orejas es que no puede uno evitar oír según qué cosas.
-Pues sí, chica, a mi suegro le han puesto una cremallera en la tripa.
-¡Una cremallera!
-Pues sí, porque como le tienen que operar tantas veces, pues así no tienen que andar abriéndole y cerrándole, porque llegaría un momento en que la cicatriz ya no cicatricería.
-Pobre hombre
-Pues él está tan contento con su cremallera, ya ves.
(Oído en la cola del seguro)
. . .
-Oich, chica, estábamos en un lunch todos, pero todos todos, Cuqui, Pituca, Momo, Teté, Boby, y Pochola. Qué risa… y entonces vino Mimí con su perro, Alberto…
(Oído en la cola del telesilla)
. . .
Dos señoras muy atildadas en la cola de hipermercado. Llevan un carro lleno de compra de las mejores marcas, fuagrás francés, riojas… Ambas visten de marca, llevan fulards de seda, collar de perlas, profusión de anillos, pulseras, y demás joyería. Las acompaña una encantadora niña rubita de ocho o diez años, de las de anuncio de cereales de desayuno. La que parece su madre la mira iracunda, y la niña baja la cabeza abochornada.
-¡Qué te parece con lo que me ha saltado esta! ¡Vamos! Le habría dado un azote si no estuviéramos en público. ¡Desde luego! Ya no sabe una cómo educar a los hijos.
-¿Pero qué es lo que te ha hecho para que te pongas así?
-Pues me ha dicho que ella de mayor quiere trabajar aquí de patinadora.
-¿De patinadora?
-Sí, de esas del pantaloncito corto y los patines que van de aquí para allá llevando cambio a las cajas y devolviendo cosas a los estantes… ¡Yo la mato!
…
Pues yo sólo salgo con chicas que tengan la play station 2, o tetas.
(oído a un chico de diez o doce años en el patio de un colegio)