No conozco la razón
de una rara tradición:
es esa costumbre rancia
la que hay de voltear
el letrero del lugar
en los pueblitos de Francia.
No tengo la menor pista,
sólo dicen «il s’agit
de confondre à l’ennemi»
y dan que hablar al turista,
los franceses… son así.
Oh, là là , voyage dans la France
No, vacaciones no tenemos, pero si tenemos dos días libres nos largamos con viento fresco a darnos un relajo, que nos lo pide el cuerpo. Esta vez nos fuimos a Hondarribia (antes Fuenterrabía), que nos sirvió de base operativa, pero lo cierto es que pasamos todo el tiempo entre Biarritz y Saint Jean de Luz, que son dos pueblos encantadores que están a tiro de piedra.
Lo primero de lo que uno se da cuenta cuando pasa la raya de Francia es de que allí es todo más verde y está limpio. Sí, limpio, ni una colilla en el suelo, oiga, ni un papelico, nada, lo tienen todo como los chorros del oro, qué gusto da. Se ve que está uno en un país civilizado, donde cada cual vive y deja vivir al prójimo, o al menos más que aquí, vamos, que hay una diferencia. Gentes de todas las razas, colores y creencias se aglutinan en torno al lenguaje galo a la banderita bleue-blanche-rouge y a eso tan básico de liberté, egalité, fraternité, que mira que tienen años y a mí aún hace que se me pongan los ojos como platos. ¡Algo tan básico, y qué lejos lo tenemos!
Y un comercioooo… uuuuh, tienditas bien surtidas, atendidas por gente que sabe de qué va su negocio, amables, eficientes, profesionales, y además no son caras, pese a la fama que tienen. Aquí mi señora me regaló dos sombreros Stetson, que vienen a ser como el stradivarius de los sombreros, en España te tienes que ir a Madrid o Barcelona a comprar uno, en Francia los tienen en cualquier pueblecito, ya ves. Y qué moda, Manuela aprovechó para ir a la pelu y salir así de guapa, y con gafas nuevas también, y vestidos a la moda parisina del otoño que empezará en breve ¡es que es otro nivel!
Los españoles solemos hablar mal de los franchutes, pero lo cierto es que hay algo de complejo de hermano menor, de país de abajo, en todo ello, y bastante envidia malsana en lo que debía ser admiración y tomar nota para mejorar. Me encanta Francia, de siempre ¿se me nota, verdad? Me pasa como con Barcelona, que cualquier excusa es buena y válida para dejarse caer por allí.
¿Una vistilla a sus paisajes?