El mundo ha vivido equivocado – de Roberto Fontanarrosa (traducción)

Por una vez, este escrito no es mí­o (¡ya se nota!). Es de Roberto Fontanarrosa, eximio humorista argentino, autor de numerosos y deliciosos cuentos, como este mismo, y de buena parte del repertorio cantable de Les Luthiers.
Este cuento me gustó mucho, pero me di cuenta de que un español se perdí­a la gracia por tener que andar traduciendo, aunque fuera mentalmente, del idioma argentino corriente, y sus giros lingüí­sticos al español vulgar. Así­ que me decidí­ a traducirlo, y ya de paso y con ayuda de unos amigos, lo grabé, que algunos relatos se prestan especialmente a ser escuchados antes o mejor que leí­dos.
Espero no haber cometido un desatino, ha sido con buena voluntad.

Audios y más audios

Al fin me he decidido a ordenar debidamente algunas secciones de audios, la mayorí­a de ellas extraí­das o usadas en programas de radio. Está todo ello en las entradas de la portada, arriba del todo.

El Túnel del Tiempo Un programa para escuchar canciones viejas, sin más pretensiones que hacernos recordar tiempos pretéritos, de cuando la radio reinaba en las casas y nos í­bamos al cole oyendo la sintoní­a del Cola~Cao, o la de Matilde, Perico y Periquí­n. Para volver a escuchar a la Piquer, Joselito, Marisol, Gardel, Machí­n, Los Brincos, Jorge Negrete, José Guardiola, El Dúo Dinámico, Juanito Valderrama… los grandes ésitos de la arradio.

Poesí­a recitada Poemas escogidos de grandes autores y Poesía Festiva.

La Papelera Un programa de radio de una hora de duración, que contiene poesí­a, cuentos, narraciones, reportajes, música y teatrillos radiofónicos.

Una boda con muchos humos


UNA BODA CON MUCHOS HUMOS
(Juguete cómico en un acto y un epí­logo)
por Oz

Reparto

Felipe (novio)
Doña Reparación (madrina)
Letikia Conca (novia)
Pichurri (parejita, chico)
Pastelito (parejita, chica)
Don Fadrique Conca (padrino)
Romerales (policí­a) y Doña Fina (abuela)
El Vespa (chorizo) y Don Vespasiano (abuelo)
Padre Manolito (cura)
Paquito (mónago)

Escenario: Es un jardincito con pared al fondo, se ven sillas, una mesa con algunos paquetes y cajas, se ha de dar impresión de que se guardan cosas para la celebración de la boda al otro lado de la pared, como sillas y mesas plegables. Hay macetas entre las candilejas y plantas y flores. Colgado de la pared, el incensario, de buen tamaño. En la pared hay un letrero de baldosines de colores que reza Villa Letikia

Acto Primero
Escena 1

El Vespa:
(Entra por la entrada de espectadores, corriendo que se las pela hacia el escenario y gritando) ¡Ay que me pilla, ay que me pilla el jodí­o madero! (Intenta sentarse entre dos personas, luego camuflarse de niño de pecho) Oiga, usté diga que soy su nene, señora (se sienta encima de un señor con bigote) Caray, si tiene más pelos en la cara que mi tí­a Justina. ¡Ay que destas me atrapa el Romerales, ay que me manda a Carabanchel con mi padre, y mis hermanos y mis tí­os y mis primos, y mi tí­a Justina! (sigue corriendo y sube al escenario) ¿Y dónde escondo el alijo? Porque como me coja con el material encima me manda a Carabanchel con mi padre, mis hermanos y mis tí­os ¡a ver si es ese ruido que oigo! (se oye un ruido por la entrada de espectadores) Qué bruto es, que frena contra los buzones. ¡Ay que me agarra, y me prometió ponerme las esposas de chica, que aprietan más! ¡Ay mi madre que en la cárcel de Yeserí­as esté ¡Ya sé! Voy a esconderlo en esta maceta aquí­ colgada, que no tiene plantas dentro y no la regarán. (por el incensario que está colgado en la pared) Debe ser de esas para plantas trepadoras, pero se les habrá muerto ¡Yo me las piro! ¡Agua! (sale por el foro)

Escena 2

Romerales:
(Con bigote, exhibiendo un pistolón tremendo y unas esposas, y con la estrella de sheriff en la solapa de la cazadora, a gritos a los espectadores) ¡Nadie se mueva! ¡A ver, que salga el Vespa de donde esté escondido o os llevo a tos a la comisarí­a! ¡Conmigo bromitas no, eh! (va inspeccionando las filas de espectadores y metiendo la pistola a los niños por la nariz) ¡A ver, usté, crí­o! (a un niño pequeño) ¿Usté no serás un cómplice del Vespa, verdad? ¿Usté no querrás que te lleve al calabozo, eh? A ver, por dónde se ha ido el Vespa, eh ¡canta! (espera a ver qué le dice el niño, y, diga lo que diga, prosigue) Este niño seguro que acaba mal, muy mal, con esa cara de malhechor no debe ser trigo limpio, no (volviéndose rápido amenazándolo con la pistola) ¡Mucho ojo conmigo, chaval, te tengo calao, eh, te tengo calao, y a mí­ el que se me mete entre ceja y ceja mucho ojo! (sigue y sube por el escenario) Seguro que se piensa esconderse entre los invitados a esta boda, seguro. ¡Pues no me se ha de escapar! ¡Como me llamo Romerales! (volviéndose amenazador de nuevo a los espectadores) ¡Y todos ustedes vosotros mucho ojito que os tengo calaos también, eh, ojito que me he quedao con vuestros caretos de tos ustedes! (Se mete la pistola en un bolsillo y se cierra la cazadora de golpe y a lo bestia, y claro, se atiza un pistolazo en sus partes) ¡Cagüen la parabelum esta! ¡esto con el naranjero no pasa! ¡Si es que son un peligro hasta sin disparar! (sale por el foro)

Escena 3

Entran Felipe y Doña Reparación, ambos de tiros largos, ella muy pintada y andando como si pisara huevos, él estirándose de la parte de la bragueta hacia abajo de vez en cuando.

Felipe:
Mamá, que es que me aprieta.

Doña Reparación:
Pero que te aprieta qué, Felipe, hijo.

Felipe:
(Estirándose los bajos del pantalón) De de (mirando a los espectadores como diciendo, de dónde va a ser) de la parte esta.

Doña Reparación:
Pero qué flojos sois los hombres, a mí­ me están matando los zapatos y ¿me ves tú quejarme?

Felipe:
Pero mamá, si no haces otra cosa desde que hemos salido de casa, quejarte. Y andas que pareces una pelí­cula de misterio (se pone a andar de puntillas como subrepticiamente) ¡Ay! (se vuelve a estirar) Me tira esto.

Doña Reparación:
¡Oye, niño, menos cachondeo con tu madre, y menos quejas, que si por ti hubiera sido te casas en vaqueros! (mirando alrededor) Claro que, bien mirado, no habrí­as desentonado con el escenario este ¡mira que hacer la boda en un corral, qué gente, hijo, qué gente! ¿Estás seguro de que quieres casarte? Aún puedes echarte atrás, nos volvemos a casita y tan frescos, que allí­ tenemos aire condicionao.

Felipe:
Corral no, mamá, jardí­n, es un jardí­n. Y por mucho que os empeñéis tú y mi futuro suegro, Letikia y yo pensamos casarnos.

Doña Reparación:
Pero qué jardí­n ni qué jardí­n, si esto era la vaquerí­a de los Conca, el padre de tu suegro, anda que no he venido yo veces a comprar leche aquí­. Bueno, muchas no, porque ya sabí­a to dios que le echaban agua a rí­os. Y no tení­an el letrero este con el nombre de tu novia, poní­a Casa Conca, leches. Pero los parroquianos llamaban a la vaquerí­a esta el Aconcagua, qué llanotes somos en este pueblo.

Felipe:
La boda es aquí­ detrás, en la pérgola, muy bonito, mamá, con un emparrado, ya verás.

Doña Reparación:
Sí­, ya veré, ya veré cómo nos devoran los mosquitos. Pero a quién se le ocurre una boda al aire libre, con estos calores. A mí­ me va a dar algo. ¡Pero en fin, qué no hará una madre por sus hijos! ¡Deja de estirarte que te lo vas a dar de sí­ y luego ya no te va a servir!

Felipe:
(escandalizado) ¡Mamá por dios!

Doña Reparación:
Sí­ hijo, que lo podrí­as llevar para la boda de tu primo dentro de dos meses.

Felipe:
Ah, bueno.

Entran el padre Manolito y Paquito el mónago.

Padre Manolito:
(A Paquito) ¡Qué calor, Paquito, qué calor, nos vamos a derretir con el traje de faena!

Paquito:
Vaya faena, padre Manolito, vaya faena.
Continuar leyendo «Una boda con muchos humos»

El genio de los demás

Estaba pensando, ejercicio que hago muy de vez en cuando, en cuánto nos aprovecha, o nos disloca, depende, el genio, el humor, la buena o mala leche de los demás en un momento determinado. Nada peor, dicen fuentes generalmente bien informadas, que el que te examine una profesora que tiene la regla. Esta cientí­ficamente comprobado, que una profesora con la regla puntúa entre un 10 y un 15% menos que si no la tiene ¿hemos de ser sujeto paciente de tamaña desigualdad? Hemos. No es lo mismo, no, ni mucho menos, que te juzgue un juez que venga bien follao de casa, que uno al que la parienta lleva unas noches rechazando porque tiene jaqueca. Esto del sexo de los demás es algo de muchas y muy evidentes interacciones con uno mismo. Aquellas personas que en su oficio o en su función deban sopesar el ingenio, la inteligencia, el buen o mal hacer del prójimo, no deberí­an padecer cambios bruscos de carácter, que motiven de forma extraña los entresijos de sus pensamientos. Recuerdo cómo cambió cierto profesor de gramática que tuvo un hijo, animalico, que por las ojeras que le ocasionaba, no debí­a darle un momento de reposo. Bueno, pues cuando le nació el nene estuvo un par de dí­as que todo nombres propios y comunes, o preposiciones, algo trillado; pero al poco, se ve que cuando se le fue acumulando sueño y mala uva en el organismo, no salí­an de su boca sino verbos defectivos, versos proparoxitonantes, sinécdoques, y la de dios. Menos mal que era maestrillo de crí­os, si llega a ser juez, ese se lí­a a fallar condenas con agravantes a todo pasto.
Una amiga mí­a maestra me decí­a que ahora avisaba a sus alumnos de su estado, y que le llevaban la cuenta y se aplicaban cuando caí­a evaluación estando reglosa, por si acaso, no querí­a ser más severa que de costumbre, pero avisaba. Quizá en un futuro no dejen entrar al congreso a los diputados que lleven varios dí­as sin echarle un quiqui a la parienta, por temor a que se encieguen y obcequen con las cuestiones más lenes; o a las señorí­as que lleven mal el periodo y propendan a votar lo que resulte oneroso al ciudadano a mala leche. Que usted, juez, lleva mal lo de la próstata, pues nada, ha de inhibirse en los juicios. Que usted, guardia, se ha encontrado al marido en el lecho con otra… pues nada de coger la porra y el talonario de multas y liarse a sancionar a todo el vecindario. Que usted, examinador de conductores, se ha corrido la juerga de su vida con una señora estupenda… pues hoy no examina, porque va a pasar por alto los semáforos en rojo que se salten, o que se suban al bordillo.
La cuestión aní­mica hace gran estrago en el intelecto más capaz, y lo mismo te deja a un sabio babeante, que aguza la poca listeza del tonto. Dicen los franchutes que somos lo que comemos, pero no para ahí­ la cosa, que hay mucho que meterse entre pecho y espalda amén de la jalancia. Por esa regla de tres, también somos lo que dormimos, lo que nos duele, o lo que follamos.
Los orientales van por ahí­ con una mascarilla en la cara si tienen catarro, para no contagiar al personal. Quizá convendrí­a que llevásemos un distintivo de nuestro estado aní­mico: «contentillo», «estreñido», «salido», «reglosa», «OJO-Dolor de Muelas»… etc…