Izquierda nacionalista

¿Tiene algún sentido ser de izquierdas y nacionalista? Yo no se lo encuentro, es más, me suena a contradictorio, se supone que la polí­tica de izquierdas propone precisamente la atenuación, cuando no la desaparición de las naciones. Las naciones, que tuvieron su origen en las diferencias geográficas, y que eran algo tan lógico, en estos tiempos de la desaparición de fronteras (o de otras nuevas no geográficas), de las empresas multinacionlaes, de las comunidades nacionales, van perdiendo su sentido.
Muchas veces se ha escrito que gran parte de las guerras han tenido un origen religioso, o de clase, pero sobre todo, la mayorí­a de las guerras han tenido su origen en los diferentes intereses nacionales.
La izquierda, la mentalidad polí­tica liberal, socializadora, igualitaria, ha de perseguir la abolición de las naciones, como última barrera diferenciadora entre las personas. Y los polí­ticos que hacen su cosecha de votos y de adeptos al grito de «nuestra nación» o no son de izquierdas, o tienen un mensaje tan flojo que si realmente lo pusieran por delante de la llamativa propaganda nacionalista (que siempre tiene su tirón por su contenido rebelde) no se comerí­an un rosco.
Yo desconfí­o de los que buscan la independencia de unas naciones con respecto a otras, en vez de trabajar sobre todo por la independencia de las personas con respecto a otras.

Argenpeos


Borges seguramente fue el menos americano de los americanos, vamos ¡no tení­a pinta de criollo ni de indio ni nada por el estilo! y apellido catalán y aceitero.
Eso me lleva a una reflexión sobre Argentina y los argentinos.
Desde hace algún tiempo se está unificando Europa, y ahora que nos empeñamos en tener una moneda única y empezamos a acompasar las leyes, nos estamos dando cuenta de cuán distintos somos unos y otros pueblos. Poca gente hay más distinta a un francés que un español, en casi nada se parecen un inglés y un italiano. Antes que estábamos cada cual en su casa hablábamos mucho de la construcción de Europa, ahora cada cual arrima el ascua a su sardina. Los ingleses no aceptaron el euro, ellos dejar su libra ¡ja! Los alemanes echaron cuentas antes de la unificación y claro, ahora tras ella no les salen igual. Los franceses se creí­an que iban a ir siempre en cabeza del pelotón, y no por en medio. Los holandeses, que son cuatro y el de la guitarra, no quieren saber nada de los problemas de las naciones superpobladas. España se empeña en tener los mismos representantes que Alemania, con veinte millones de personas menos. Polonia idem. Cada dí­a hay menos Europa y más nacionalismos. Cada dí­a, pese a que no hay fronteras, se ven más ní­tidas las diferencias.
Cada dí­a hay más portugueses, españoles, griegos, ingleses, alemanes, suecos, daneses… y menos europeos.
Bien mirado, europeos, lo que se dice europeos de los pies a la cabeza, los únicos que van quedando son… los argentinos.