Mi amada va ligera de camisa,
qué milagro la seda que la enmarca,
cómo sabe volar y descubrirse
y entrever la otra seda de su pecho.
Qué hábil el viento cuando ofrece
la línea de la piel, el botón rosa,
los hoyuelos que enmarca la cadera
y la fuente que mana carne viva
bajo la línea invisible que la cincha.
Oh, muslos, oh, nalgas, oh, cintura,
qué milimétrica suma de contentos,
qué músculo flotante, qué abertura
a la luz de los balcones, qué logro
en la exacta medida de las piernas.
Es un baile en silencio cuando pasa,
con la camisa que casi no la viste,
es más una pirueta de colores
con que pintar su paso, su carrera,
con que enseñar su alegre contoneo,
porque requiere la entrega que haya algo
de lo que desnudarse aun cuando esté desnuda.
Tomás Galindo ©
Oficina de fuTurismo
Una de Haryleys Davidson
Encina milenaria de Lecina
Sí, lo reconozco, no soy de los que van de aquí a la esquina para visitar una catedral o un monumento, pero para ver un árbol como este que hay en Lecina, en la oscense sierra de Guara, sí que voy gustoso. El zorrito fue una sorpresa con la que nos topamos a la salida, andaba cazando y no nos hizo ningún caso.
INQUISITORIA AL AVE QUE SOBREVUELA LAS HUMANAS INTERROGANTES
Dime tú, pájaro bello
¿cómo fabrica el destello
la nube que mansa llueve
y de repente se atreve
a desatarse el cabello,
en ese milagro breve
del rayo que el azul prende
y el ánima nos suspende?
Di con tu pico de miel
¿de dónde sale el pincel
que el arco iris regala?
¿cómo se cuelga en la sala
del horizonte el dosel
y por qué divina escala
alzó el pintor los colores
que entintarán a las flores?
Ave de límpido trino
¿sabes tú si el cristalino
cántico de la campana
limpia el aire en la mañana,
con qué soplo nacarino,
de qué garganta diáfana
saben tañer las auroras
risas esclarecedoras?
Cuando en la pluma te subes
al domicilio de nubes
donde nos ves tan pequeños
¿ves ascender nuestros sueños
en brazos de los querubes
y cómo juegan risueños
a atrapar cada ilusión
en su pompa de jabón?
Pajarillo volandero,
tú que siempre ves primero
lo que pasa en este mundo
¿qué es ese nauseabundo
efluvio de basurero
que asciende de lo profundo?
¿No está tu generación
en peligro de extinción?
¿No pasarás el testigo
a quién sabe qué enemigo
de lo bello y de lo humano?
¿Acaso has piado en vano
que ahora como castigo
verás disfrutar malsano
a una rata de cloaca
de vida paradisiaca?
¿A quién le pregunto ahora
si a la hermosa ave canora
la ha matado el CO2?
¡Por eso, me cago en dios,
maldita sea la hora
en que no vemos el SOS
que esta tierra maltratada
nos grita desesperada!
Tomás Galindo ©