Hoy he venido aquí, serenamente,
a decir que me voy, que nunca estuve,
que habité de verdad en una nube
y miraba hacia abajo indiferente.
Que nunca me importó nada la gente,
de su bien y su mal siempre me abstuve,
desde allí arriba yo me vi querube,
inmune a sus asuntos, diferente.
Donde todos buscaban compañía
yo solo vi rebaño o vi jauría.
Nunca lloré si decretaban llanto,
nunca reí cuando la multitud reía.
Pero si nunca le encontré el encanto…
¿por qué al marcharme lo lamento tanto?
T. Galindo ©