Yo te explico el amor,
pero solo te lo puedo explicar con palabras sencillas,
y tampoco esperes nada muy concreto
porque esto del amor va y viene
y hoy es el jardín y los pajaritos y la fuente
y mañana la bomba atómica, dejando cenizas,
radioactivas, ya sabes, no te dejan volver allí,
porque enfermas. Y es que hay amores
que acaban como Chernobil, no puedes regresar,
son territorio venenoso. Ojo.
A veces tampoco empieza con pajaritos,
puede ser bien bravo, pero siempre, siempre,
empieza con mariposas en la garganta,
si las notas, atento, son síntoma fatal.
Pero si no nos perdemos en adornos vacíos
el amor es sencillo como una piedra o el agua.
Uno nace pensando en uno, así son las cosas,
mi vaso, mi cuchara, mi juguete,
uno piensa en función de sí,
hace frío, calor, tengo hambre.
Y es que el mundo se divide en dos
uno, y todo lo demás.
Un día, generalmente de golpe, viene el amor.
Lo ojos se te abren y ves que el mundo,
las cosas, son de otra manera.
El amor es un desplazamiento del egoísmo:
no piensas en función de ti,
lo haces en función de otro,
su hambre, su frío, su calor,
su cuchara, su juguete, son ahora
el propósito de tu vida,
lo que te llevará a la perfección
que es su merecimiento,
porque tu objetivo es ser su elección.
Yo te explico el amor, es muy sencillo,
como una piedra que atarte al cuello,
como un agua donde ahogarte, pero también
como una piedra que tirar al agua
y lograr el portento de las ondas
y que la piedra vuele sin hundirse
y una y otra vez se dé el milagro
de andar, como aquel, sobre las aguas,
viviéndolo feliz, maravillado
de que la piedra cruce saltando
los siete mares.
Y aunque dure años tú lo vives
como si fuera solo un momento
esto del amor.
Tomás Galindo ©